10/04/2012 |
Diálogos Académicos
Constantino
Bértolo
crítico
y editor
Entrevista de Marina
Casado Hernández
1. En la historia de
la literatura, el trabajo relacionado con editoriales siempre ha
estado estrechamente unido al oficio de escritor. Son famosos los
casos, en España, de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, poetas
editores de la revista Litoral. Usted es también escritor. Cuando
comenzó a escribir, ¿tenía pensado dedicarse al negocio editorial
o fue algo se cruzó en su camino?
Bueno, yo no me
considero un escritor; reservo ese nombre para quienes escriben
ficción, poesía, teatro o ensayo de manera continuada. No entiendo
por escritor al reseñista que ejerce la crítica literaria “de
batalla”, o a quien tan solo de manera esporádica o académica
reúne sus escritos en forma de libro. Como tantos otros, durante la
adolescencia y primera juventud, escribí poemas, y hasta llegué a
ver publicados alguno en una antología de poesía joven, pero hasta
ahí llegaron las musas. Estudié Filología Hispánica y entre el
estudio y las aficiones me fui adentrando en el terreno de la crítica
literaria en medios de prensa como la revista El Urogallo o el diario
El País. En un momento determinado dejé de ejercer de manera
continuada la crítica, cofundé con Alejandro Gándara y Juan Carlos
Suñén la Escuela de Letras de Madrid y poco después, hacia 1991,
entré a ejercer como director literario dentro del mundo editorial.
Y ahí seguimos. Podría decirse por tanto que este “destino de
editor” nace, como suele ocurrir con casi todo, de una mezcla de
azar, necesidad y deseo.
2. ¿Hasta qué
punto es compatible el trabajo de crítico literario con el de
editor, contando con las presiones empresariales? ¿Ha encontrado
alguna vez dificultades para compaginarlos?
En principio (y
en final) considero que son trabajos incompatibles. Entiendo que un
crítico es alguien que toma la palabra en público y por tanto su
legitimación se fundamenta en la defensa del bien común, en el
cuidado de lo que he venido llamando: “la salud semántica” de la
comunidad donde ejerce ese uso público de la palabra. La defensa del
bien común no es compatible con la defensa de un bien privado, y en
definitiva económico, como el que inevitablemente un editor encarna
y representa, por mucho que trate de compaginar honestamente ambos
campos. Dicho esto entiendo que se puede aceptar el ejercicio de la
crítica siempre y cuando el objeto de esa crítica se encuentre lo
más alejado posible de la materia o materias con que la labor de
editor entra en relación. Para entendernos: si sólo edita
literatura extranjera me parece posible compatibilizar esa tarea si
sólo se hace crítica de literatura nacional; si se edita narrativa
cabría hacerla de ensayo o poesía. Bueno toda una casuística que
por desgracia hoy observo que nadie parece tener en cuenta. Desde que
entré en el mundo editorial, mis trabajos como crítico se han
dirigido hacia aspectos generales del campo literario, y no hacia
obras concretas que pudieran dar lugar a la colisión comentada.
3. ¿Cómo nació el
proyecto de ‘Caballo de Troya’? Desde que se creó, ¿se ha
separado mucho su línea editorial de la que estaba proyectada en un
principio?
El proyecto de
una editorial como Caballo de Troya nace en una circunstancia
empresarial muy concreta, que explica en buena parte su carácter y
objetivos. En los primeros años del siglo la editorial Debate, que
en esos momentos dirigía, y en cuyo catálogo convivía una línea
de ensayo o no-ficción con una línea de ficción, estaba integrada
en el grupo Random House, que a su vez pertenecía a la multinacional
Berstelman. Poco después este grupo se fusionaría con el grupo
italiano Mondadori, que a su vez también disponía de un destacado
sello literario de ficción, por lo que se creó una duplicidad poco
argumentable en términos de catálogo. En esa situación propuse al,
grupo la creación de un nuevo sello editorial “con perfil de
editorial independiente” dedicado de manera prioritaria a la
edición de nuevos autores, un objetivo que al menos en aquellos
momentos resultaba bastante difícil de llevar a cabo desde los
presupuestos —económicos y no económicos— editoriales normales.
Surge así Caballo de Troya como un experimento editorial, un I+D
editorial, cuyos resultados no he de ser yo quien evalúe, si bien
creo poder manifestar que personalmente es una satisfacción trabajar
en esa “punta de lo nuevo” que supone editar a autores y autoras
inéditos.
4. ¿Está de
acuerdo con la opinión tan extendida según la cual una gran
editorial está abocada a producir sobre todo éxitos de venta,
algunos de baja calidad literaria? ¿Cuál es su experiencia al
respecto?
Supongo que
cuando dice “gran editorial” se refiere a una editorial de tamaño
empresarial grande, y siendo así creo que en efecto una “gran”
editorial esta abocada por las leyes económicas que rigen el
capitalismo a buscar unos beneficios que respondan al nivel de
inversión de capital que una “gran” empresa presupone. Aquí
también los “presupuestos literarios” están inevitablemente
ligados con “los presupuestos económicos”. Vivimos además unos
tiempos económicos en los que no solo una determinada tasa de
beneficios es obligatoria para poder sobrevivir contra la
competencia, sino que esa tasa o retorno, como ahora dicen, debe ser
rápida, a corto plazo, por lo que líneas literarias que exigen
tiempo para crear complicidades culturales con segmentos sólidos del
mercado parece difícil que se hagan hueco en ese tipo de
editoriales. Ese el corto plazo y la tasa de ganancia que el capital
exige deja sentir su peso sobre los editores, sobre los encargados de
seleccionar qué libros se publican y qué libros no se publican. Aún
suponiendo que esa decisión pase por la lectura de unos y otros
libros —lo que ya es mucho suponer— la presencia de las variables
económicas actúa sobre el propio proceso de lectura, pues
inevitablemente un editor lee con la máquina de calcular en la
cabeza. Y esto indudablemente hace que aquellos libros con atractivos
más banales, con escrituras más digeribles o más vendibles desde
el punto de vista del marketing y la promoción acaben teniendo más
peso en la programación. En el mundo editorial se suele argumentar
que son los libros malos los que permiten que se editen también los
libros buenos. Mi experiencia al respecto no confirma esa opinión,
creo que los libros que más venden van imponiendo su propia ley en
el conjunto de la maquinaria editorial, desde la cabeza del editor a
la disposición de distribuidores y vendedores. Esta es la tendencia
global aunque todavía podamos observar estrategias editoriales que
utilizan líneas de “calidad” como señuelo, al igual que los
mercaderes aprovechan el brillo del oro para colocar bien las piezas
del latón dorado.
5. Hace algunos
años, desde la aparición de El Código da Vinci, encontrábamos los
estantes de las librerías llenos de novelas de género histórico
que abordaban el tema de las sectas antiguas como los catones, los
merovingios, los secretos encerrados en obras de arte… ¿Cuál
diría, como crítico, que es el género más popular en la
actualidad?
En la literatura
de corte más comercial, al parecer es el tema de los zombis el que
ahora prima. En la literatura más “literaria”, creo que lo que
más abundan son las historias que tienen a un escritor como
protagonista, hasta el punto que podría hablarse del escritor como
el héroe de nuestro tiempo. Si ese “presunto escritor” se ve
implicado en una trama criminal, entonces estamos ante el prototipo
más evidente de novela: el thriller metaliterario. De todas formas
lo que hoy caracteriza a la literatura no es tanto el género como la
poética: las novelas más populares son aquellas que están escritas
desde una poética cursi, entendiendo por cursi la bisutería
estética, “lo bonito” en tanto que podríamos definirlo como
“pereza de lo bello”, pues lo bello no es algo que ya esté dado,
sino que requiere, al contrario de lo cursi, esfuerzo, inteligencia.
6. Según su
opinión, ¿qué caracteriza a los jóvenes escritores del momento?
Un
neocostumbrismo cult, la aceptación implícita o explícita de los
códigos propios de las industrias culturales propias de la sociedad
de consumo de masas.
7. ¿Qué opinión
le merecen los nuevos libros electrónicos? ¿Cómo cree que están
afectando al mercado editorial, y cuál debería ser la actitud
correcta de éste? ¿Cómo prevé que será el panorama dentro de
diez años?
Creo que los
libros electrónicos han puesto en cuestión a los sacrosantos libros
en papel, lo que supone un ataque a uno de los corazones del
humanismo tradicional, que entendía el libro como lugar de encuentro
entre lo particular —el hombre— y lo universal —la Humanidad—.
El libro electrónico en cuanto que sigue siendo libro mantiene esa
visión de la lectura como actividad “espiritual”, pero al
utilizar una tecnología de lo múltiple desacraliza tanto la lectura
como el soporte. El mercado editorial en estos momentos está
tratando de adaptar las nuevas tecnologías a su objetivo real:
generar beneficios económicos. En diez años cabe imaginar que el
libro y la lectura hayan dejado de pertenecer al ámbito del
humanismo para asumirse como parte de las industrias del ocio y
entretenimiento. Quizá en algunos “monasterios” se mantenga el
culto a los libros y a la literatura, y por supuesto la propia
industria cultural mantendrá al lado del gran hipermercado una
“boutique gourmet literaria” con libros en papel.
8. ¿Cuál es la
actitud concreta de Caballo de Troya hacia el libro electrónico?
¿Hay proyectadas iniciativas en este ámbito?
Dentro del grupo
multinacional al que Caballo de Troya pertenece se están poniendo en
marcha iniciativas importantes en el campo de la edición digital y
Caballo de Troya colabora aportando algunos de sus contendidos
editoriales a los nuevos formatos y soportes. Por su carácter de
editorial “experimental” entiendo que Caballo de Troya debería
tener un desarrollo importante en esa nueva vertiente de la edición.
9. A lo largo de su
carrera de editor, ¿qué títulos le ha hecho más ilusión editar?
¿Cuáles le gustaría haber editado? ¿Alguna gran obra que le
hubiera gustado editar?
Editar primeras
obras es una satisfacción muy singular, algo así como asistir a un
nacimiento o a un bautizo. No solo por haber publicado las primeras
novelas de autores o autoras que como Ray Loriga, Marta Sanz, Luis
Magrinyà, Josán Hatero, Julián Rodríguez, Elvira Navarro,
Mercedes Cebrián o Fernando San Basilio ocupan hoy un lugar
destacado en la literatura española actual, sino porque para muchos
otros verse editados les ha ayudado a perseverar en la escritura.
10. Por último, ¿ha
rechazado alguna vez un libro que ha llegado a ser un éxito de
ventas en otras editoriales? En tal caso, ¿se arrepiente de ello?
Sí, entre otras
Las cenizas de Ángela
y La flaqueza del bolchevique
de Lorenzo Silva. En el caso de Las cenizas, no me arrepiento, puesto
que era una novela que no se adecuaba a la línea editorial del
sello, Editorial Debate, que entonces dirigía. En el caso de La
flaqueza del bolchevique, aun sin llegar a arrepentirme de la
sopesada y meditada decisión de no editarla, sí he de confesar que
lo lamento, pues, aunque tampoco se ajustaba al tipo de novela que
por entonces trataba de encontrar, iba a ser la primera novela de un
autor que sin renunciar a la literatura como forma de entretenimiento
mantiene en sus novelas un nivel de dignidad literaria muy estimable.
El test de los
lectores
¿Qué personaje
histórico le habría gustado ser y por qué?
Cuando era niño
recuerdo que me gustaba ser Jeromín, supongo que respondiendo a esa
“fantasía del bastardo” de la que habla Marthe Robert en la
Novela de los orígenes y orígenes de la novela.
¿Cuál ha sido el último libro que más le ha impactado en su
lectura?
La tienda de la
esquina, de Fernando San Basilio, de próxima aparición en la
editorial Impedimenta.
¿Cree Vd. en
algún dios?
No creo.
¿Un sueño que
le persigue y que aún espera realizar?
Ya no espero que
pueda realizarse pero sigo soñando con una vida en la que no fuera
necesario vivir pendientes de las necesidades económicas.
¿Qué canción
le trae recuerdos?
Grandola, Vila
morena, de José Alfonso.
¿Qué significa
ser de «izquierdas»?
Saber que la
propiedad privada es causa de desencuentros y enfrentamientos que nos
impiden disfrutar de la vida.
¿Qué significa
ser de «derechas»?
Pensar que la
propiedad privada es el único medio de poder disfrutar de la vida.
¿En qué lugar
o ciudad del mundo se encuentra más a gusto?
En el sofá de mi
casa.
¿Para qué
sirve el matrimonio en nuestro mundo contemporáneo?
Es una de las
instituciones que nos sirve para recordar que en el convivir es
inevitable pasar de un “yo” a un “nosotros”.
¿De qué
acontecimiento histórico le habría gustado ser testigo?
De la Revolución
Española de 1975. Supongo que a ella también le hubiera gustado
existir.
¿Su poeta, su
novelista, su dramaturgo o su escritor de cabecera?
Poeta: Garcilaso.
Novelista: Flaubert.
Dramaturgo: Bertolt
Brecht
¿Una falta o
«pecado» imperdonable?
La vanagloria
¿«Siempre se
vuelve al primer amor»?
No, siempre se
aleja uno de él.
¿Una persona
para Vd. admirable?
Ricarda Martínez
López que nació en Ortigosa del Monte, Segovia, en 1936. Hija de
campesinos aparceros. Casada en 1956 con Félix García López,
cabrero e hijo de cabreros, quien en 1958 entró a trabajar en la
fábrica de Barreiros de Villaverde y con el que tuvo tres hijos a
los que crió y dio estudios al tiempo que trabajaba como asistenta
planchando y fregando ropas y suelos ajenos durante más de cuarenta
años. Actualmente ha superado un cáncer, vive en Madrid y vota a
Izquierda Unida. Cobra la pensión mínima: 623 euros al mes. Uno de
sus hijos, Pedro, de 45 años, que le ha dado dos nietos, lleva en
paro cuatro años y hace dos que no cobra seguro de desempleo. Sigue
diciendo que “si no hubiera nacido me hubiera matado de rabia”.
¿Qué es la
política?
La organización
de la convivencia.
¿Prefiere la
bondad o la inteligencia?
Ni la bondad sin
inteligencia es bondad ni la inteligencia sin bondad es inteligencia.
¿Qué no sería
Vd. nunca?
Prefiero no
pensarlo, no vaya a ser que…
¿Qué haría
por amor?
Tratar de amar.
¿Qué es para
Vd. la felicidad?
Estar tumbado en
un sofá leyendo algún libro sobre la historia de Galicia en la Alta
Edad Media.
¿Un deseo que
quiera conceder a alguien?
Que para poder
empezar a vivir en paz no tenga que morirse.
Entrevista de Marina
Casado Hernández.
Leído!
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