lunes, 14 de diciembre de 2015

Aquellas entrevistas de antaño (III)

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10/04/2012 | Diálogos Académicos
Constantino Bértolo
crítico y editor


Entrevista de Marina Casado Hernández


1. En la historia de la literatura, el trabajo relacionado con editoriales siempre ha estado estrechamente unido al oficio de escritor. Son famosos los casos, en España, de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, poetas editores de la revista Litoral. Usted es también escritor. Cuando comenzó a escribir, ¿tenía pensado dedicarse al negocio editorial o fue algo se cruzó en su camino?

Bueno, yo no me considero un escritor; reservo ese nombre para quienes escriben ficción, poesía, teatro o ensayo de manera continuada. No entiendo por escritor al reseñista que ejerce la crítica literaria “de batalla”, o a quien tan solo de manera esporádica o académica reúne sus escritos en forma de libro. Como tantos otros, durante la adolescencia y primera juventud, escribí poemas, y hasta llegué a ver publicados alguno en una antología de poesía joven, pero hasta ahí llegaron las musas. Estudié Filología Hispánica y entre el estudio y las aficiones me fui adentrando en el terreno de la crítica literaria en medios de prensa como la revista El Urogallo o el diario El País. En un momento determinado dejé de ejercer de manera continuada la crítica, cofundé con Alejandro Gándara y Juan Carlos Suñén la Escuela de Letras de Madrid y poco después, hacia 1991, entré a ejercer como director literario dentro del mundo editorial. Y ahí seguimos. Podría decirse por tanto que este “destino de editor” nace, como suele ocurrir con casi todo, de una mezcla de azar, necesidad y deseo.


2. ¿Hasta qué punto es compatible el trabajo de crítico literario con el de editor, contando con las presiones empresariales? ¿Ha encontrado alguna vez dificultades para compaginarlos?

En principio (y en final) considero que son trabajos incompatibles. Entiendo que un crítico es alguien que toma la palabra en público y por tanto su legitimación se fundamenta en la defensa del bien común, en el cuidado de lo que he venido llamando: “la salud semántica” de la comunidad donde ejerce ese uso público de la palabra. La defensa del bien común no es compatible con la defensa de un bien privado, y en definitiva económico, como el que inevitablemente un editor encarna y representa, por mucho que trate de compaginar honestamente ambos campos. Dicho esto entiendo que se puede aceptar el ejercicio de la crítica siempre y cuando el objeto de esa crítica se encuentre lo más alejado posible de la materia o materias con que la labor de editor entra en relación. Para entendernos: si sólo edita literatura extranjera me parece posible compatibilizar esa tarea si sólo se hace crítica de literatura nacional; si se edita narrativa cabría hacerla de ensayo o poesía. Bueno toda una casuística que por desgracia hoy observo que nadie parece tener en cuenta. Desde que entré en el mundo editorial, mis trabajos como crítico se han dirigido hacia aspectos generales del campo literario, y no hacia obras concretas que pudieran dar lugar a la colisión comentada.

3. ¿Cómo nació el proyecto de ‘Caballo de Troya’? Desde que se creó, ¿se ha separado mucho su línea editorial de la que estaba proyectada en un principio?

El proyecto de una editorial como Caballo de Troya nace en una circunstancia empresarial muy concreta, que explica en buena parte su carácter y objetivos. En los primeros años del siglo la editorial Debate, que en esos momentos dirigía, y en cuyo catálogo convivía una línea de ensayo o no-ficción con una línea de ficción, estaba integrada en el grupo Random House, que a su vez pertenecía a la multinacional Berstelman. Poco después este grupo se fusionaría con el grupo italiano Mondadori, que a su vez también disponía de un destacado sello literario de ficción, por lo que se creó una duplicidad poco argumentable en términos de catálogo. En esa situación propuse al, grupo la creación de un nuevo sello editorial “con perfil de editorial independiente” dedicado de manera prioritaria a la edición de nuevos autores, un objetivo que al menos en aquellos momentos resultaba bastante difícil de llevar a cabo desde los presupuestos —económicos y no económicos— editoriales normales. Surge así Caballo de Troya como un experimento editorial, un I+D editorial, cuyos resultados no he de ser yo quien evalúe, si bien creo poder manifestar que personalmente es una satisfacción trabajar en esa “punta de lo nuevo” que supone editar a autores y autoras inéditos.

4. ¿Está de acuerdo con la opinión tan extendida según la cual una gran editorial está abocada a producir sobre todo éxitos de venta, algunos de baja calidad literaria? ¿Cuál es su experiencia al respecto?

Supongo que cuando dice “gran editorial” se refiere a una editorial de tamaño empresarial grande, y siendo así creo que en efecto una “gran” editorial esta abocada por las leyes económicas que rigen el capitalismo a buscar unos beneficios que respondan al nivel de inversión de capital que una “gran” empresa presupone. Aquí también los “presupuestos literarios” están inevitablemente ligados con “los presupuestos económicos”. Vivimos además unos tiempos económicos en los que no solo una determinada tasa de beneficios es obligatoria para poder sobrevivir contra la competencia, sino que esa tasa o retorno, como ahora dicen, debe ser rápida, a corto plazo, por lo que líneas literarias que exigen tiempo para crear complicidades culturales con segmentos sólidos del mercado parece difícil que se hagan hueco en ese tipo de editoriales. Ese el corto plazo y la tasa de ganancia que el capital exige deja sentir su peso sobre los editores, sobre los encargados de seleccionar qué libros se publican y qué libros no se publican. Aún suponiendo que esa decisión pase por la lectura de unos y otros libros —lo que ya es mucho suponer— la presencia de las variables económicas actúa sobre el propio proceso de lectura, pues inevitablemente un editor lee con la máquina de calcular en la cabeza. Y esto indudablemente hace que aquellos libros con atractivos más banales, con escrituras más digeribles o más vendibles desde el punto de vista del marketing y la promoción acaben teniendo más peso en la programación. En el mundo editorial se suele argumentar que son los libros malos los que permiten que se editen también los libros buenos. Mi experiencia al respecto no confirma esa opinión, creo que los libros que más venden van imponiendo su propia ley en el conjunto de la maquinaria editorial, desde la cabeza del editor a la disposición de distribuidores y vendedores. Esta es la tendencia global aunque todavía podamos observar estrategias editoriales que utilizan líneas de “calidad” como señuelo, al igual que los mercaderes aprovechan el brillo del oro para colocar bien las piezas del latón dorado.


5. Hace algunos años, desde la aparición de El Código da Vinci, encontrábamos los estantes de las librerías llenos de novelas de género histórico que abordaban el tema de las sectas antiguas como los catones, los merovingios, los secretos encerrados en obras de arte… ¿Cuál diría, como crítico, que es el género más popular en la actualidad?

En la literatura de corte más comercial, al parecer es el tema de los zombis el que ahora prima. En la literatura más “literaria”, creo que lo que más abundan son las historias que tienen a un escritor como protagonista, hasta el punto que podría hablarse del escritor como el héroe de nuestro tiempo. Si ese “presunto escritor” se ve implicado en una trama criminal, entonces estamos ante el prototipo más evidente de novela: el thriller metaliterario. De todas formas lo que hoy caracteriza a la literatura no es tanto el género como la poética: las novelas más populares son aquellas que están escritas desde una poética cursi, entendiendo por cursi la bisutería estética, “lo bonito” en tanto que podríamos definirlo como “pereza de lo bello”, pues lo bello no es algo que ya esté dado, sino que requiere, al contrario de lo cursi, esfuerzo, inteligencia.

6. Según su opinión, ¿qué caracteriza a los jóvenes escritores del momento?

Un neocostumbrismo cult, la aceptación implícita o explícita de los códigos propios de las industrias culturales propias de la sociedad de consumo de masas.


7. ¿Qué opinión le merecen los nuevos libros electrónicos? ¿Cómo cree que están afectando al mercado editorial, y cuál debería ser la actitud correcta de éste? ¿Cómo prevé que será el panorama dentro de diez años?

Creo que los libros electrónicos han puesto en cuestión a los sacrosantos libros en papel, lo que supone un ataque a uno de los corazones del humanismo tradicional, que entendía el libro como lugar de encuentro entre lo particular —el hombre— y lo universal —la Humanidad—. El libro electrónico en cuanto que sigue siendo libro mantiene esa visión de la lectura como actividad “espiritual”, pero al utilizar una tecnología de lo múltiple desacraliza tanto la lectura como el soporte. El mercado editorial en estos momentos está tratando de adaptar las nuevas tecnologías a su objetivo real: generar beneficios económicos. En diez años cabe imaginar que el libro y la lectura hayan dejado de pertenecer al ámbito del humanismo para asumirse como parte de las industrias del ocio y entretenimiento. Quizá en algunos “monasterios” se mantenga el culto a los libros y a la literatura, y por supuesto la propia industria cultural mantendrá al lado del gran hipermercado una “boutique gourmet literaria” con libros en papel.

8. ¿Cuál es la actitud concreta de Caballo de Troya hacia el libro electrónico? ¿Hay proyectadas iniciativas en este ámbito?

Dentro del grupo multinacional al que Caballo de Troya pertenece se están poniendo en marcha iniciativas importantes en el campo de la edición digital y Caballo de Troya colabora aportando algunos de sus contendidos editoriales a los nuevos formatos y soportes. Por su carácter de editorial “experimental” entiendo que Caballo de Troya debería tener un desarrollo importante en esa nueva vertiente de la edición.


9. A lo largo de su carrera de editor, ¿qué títulos le ha hecho más ilusión editar? ¿Cuáles le gustaría haber editado? ¿Alguna gran obra que le hubiera gustado editar?

Editar primeras obras es una satisfacción muy singular, algo así como asistir a un nacimiento o a un bautizo. No solo por haber publicado las primeras novelas de autores o autoras que como Ray Loriga, Marta Sanz, Luis Magrinyà, Josán Hatero, Julián Rodríguez, Elvira Navarro, Mercedes Cebrián o Fernando San Basilio ocupan hoy un lugar destacado en la literatura española actual, sino porque para muchos otros verse editados les ha ayudado a perseverar en la escritura.

10. Por último, ¿ha rechazado alguna vez un libro que ha llegado a ser un éxito de ventas en otras editoriales? En tal caso, ¿se arrepiente de ello?

Sí, entre otras Las cenizas de Ángela y La flaqueza del bolchevique de Lorenzo Silva. En el caso de Las cenizas, no me arrepiento, puesto que era una novela que no se adecuaba a la línea editorial del sello, Editorial Debate, que entonces dirigía. En el caso de La flaqueza del bolchevique, aun sin llegar a arrepentirme de la sopesada y meditada decisión de no editarla, sí he de confesar que lo lamento, pues, aunque tampoco se ajustaba al tipo de novela que por entonces trataba de encontrar, iba a ser la primera novela de un autor que sin renunciar a la literatura como forma de entretenimiento mantiene en sus novelas un nivel de dignidad literaria muy estimable.

El test de los lectores

¿Qué personaje histórico le habría gustado ser y por qué?

Cuando era niño recuerdo que me gustaba ser Jeromín, supongo que respondiendo a esa “fantasía del bastardo” de la que habla Marthe Robert en la Novela de los orígenes y orígenes de la novela.

¿Cuál ha sido el último libro que más le ha impactado en su lectura?

La tienda de la esquina, de Fernando San Basilio, de próxima aparición en la editorial Impedimenta.

¿Cree Vd. en algún dios?

No creo.

¿Un sueño que le persigue y que aún espera realizar?

Ya no espero que pueda realizarse pero sigo soñando con una vida en la que no fuera necesario vivir pendientes de las necesidades económicas.

¿Qué canción le trae recuerdos?

Grandola, Vila morena, de José Alfonso.

¿Qué significa ser de «izquierdas»?

Saber que la propiedad privada es causa de desencuentros y enfrentamientos que nos impiden disfrutar de la vida.

¿Qué significa ser de «derechas»?

Pensar que la propiedad privada es el único medio de poder disfrutar de la vida.

¿En qué lugar o ciudad del mundo se encuentra más a gusto?

En el sofá de mi casa.

¿Para qué sirve el matrimonio en nuestro mundo contemporáneo?

Es una de las instituciones que nos sirve para recordar que en el convivir es inevitable pasar de un “yo” a un “nosotros”.

¿De qué acontecimiento histórico le habría gustado ser testigo?

De la Revolución Española de 1975. Supongo que a ella también le hubiera gustado existir.

¿Su poeta, su novelista, su dramaturgo o su escritor de cabecera?

Poeta: Garcilaso.
Novelista: Flaubert.
Dramaturgo: Bertolt Brecht

¿Una falta o «pecado» imperdonable?

La vanagloria

¿«Siempre se vuelve al primer amor»?

No, siempre se aleja uno de él.

¿Una persona para Vd. admirable?

Ricarda Martínez López que nació en Ortigosa del Monte, Segovia, en 1936. Hija de campesinos aparceros. Casada en 1956 con Félix García López, cabrero e hijo de cabreros, quien en 1958 entró a trabajar en la fábrica de Barreiros de Villaverde y con el que tuvo tres hijos a los que crió y dio estudios al tiempo que trabajaba como asistenta planchando y fregando ropas y suelos ajenos durante más de cuarenta años. Actualmente ha superado un cáncer, vive en Madrid y vota a Izquierda Unida. Cobra la pensión mínima: 623 euros al mes. Uno de sus hijos, Pedro, de 45 años, que le ha dado dos nietos, lleva en paro cuatro años y hace dos que no cobra seguro de desempleo. Sigue diciendo que “si no hubiera nacido me hubiera matado de rabia”.

¿Qué es la política?

La organización de la convivencia.

¿Prefiere la bondad o la inteligencia?

Ni la bondad sin inteligencia es bondad ni la inteligencia sin bondad es inteligencia.

¿Qué no sería Vd. nunca?

Prefiero no pensarlo, no vaya a ser que…

¿Qué haría por amor?

Tratar de amar.

¿Qué es para Vd. la felicidad?

Estar tumbado en un sofá leyendo algún libro sobre la historia de Galicia en la Alta Edad Media.

¿Un deseo que quiera conceder a alguien?

Que para poder empezar a vivir en paz no tenga que morirse.


Entrevista de Marina Casado Hernández.

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