RÉGIMEN
2015.
Constantino Bértolo.
esta
navegación profunda,/ esta hora exacta. Houston,
tenemos un poema.
David Eloy Rodríguez
Digamos
que con las elecciones andaluzas se daba la salida a un posible
Régimen 2015 que, según fueran teniendo lugar las elecciones
municipales y autonómicas del mes de mayo y la generales al final
del otoño, iría asentando más y con mayor transparencia sus señas
de identidad .
Si bien
con mucha menor contundencia de lo que voces más o menos autorizadas
venían pronosticando, en cualquier caso parece razonable, a la vista
de los resultados en las urnas, entender que el llamado Régimen del
78, la Transición en suma, ha perdido parte de sus fuerzas aunque no
se pueda certificar su agonía en razón al regional respiro vía
votos a un PSOE que sin embargo no ha dejado de perder cerca de
ciento veinte mil votantes. Quizá sea oportuno por tanto, antes de
asomarnos a los futuros, echar una nueva mirada a aquel Régimen del
78 que por mor y acierto de la estrategia mediática y política de
formaciones como Podemos –y con menor relieve Ciudadanos- se había
convertido en el chivo expiatorio de casi todos aquellos males –
precarización, recortes, paro, corruptelas y corrupciones,
desahucios y bajadas de salarios-, que desde la llegada de la crisis
y a modo de plaga bíblica, hemos venido sufriendo.
Hijos
de perdedores/ con la derrota en las venas./ Soldados sin gloria/ en
territorio enemigo. D. E. R.
El concepto
de “Régimen del 78” supone el entendimiento de que es por ese
tiempo cuando, tras la muerte del general que le da nombre, al
régimen dictatorial franquista le sucede un régimen que se va a
calificar de seudodemocrático en cuanto que habría estado detentado
por unas élites o “castas” políticas encuadradas en el
bipartidismo de PP y PSOE. Aun sin oponerme a este entendimiento,
opino sin embargo que lo que tiene realmente lugar en el 78 es la
resolución final de la guerra civil pues es en esas fechas cuando,
en el marco del proceso constituyente que abre la Ley de Reforma
Política propiciada por el primer gobierno Suárez, los derrotados
del 39 aceptan y asumen definitivamente la derrota: a nivel político,
acatamiento de la monarquía; a nivel simbólico, acatamiento de la
bandera franquista; a nivel socioeconómico, los pactos de la
Moncloa; a nivel cultural, firma del nuevo Concordato ,y más tarde,
y a nivel militar, la entrada en la OTAN. La llamada Transición
vendría a ser por tanto algo así como el período de reacomodo de
los derrotados en el interior de un campo de concentración
capitalista al que se le otorgan, bajo la supervisión de los nuevos
socios europeos, algo de confort y bienestar, así como una
reglamentación de corte democrático en cuya gestión los derrotados
colaboran incluso con entusiasmo en algún caso (PSOE) y con cierto
recelo y decepción en otros (PCE). La Transición como continuación
de la derrota por otros medios.
CUANDO
NACIMOS/ ya habían traducido el mundo/ en un lenguaje equivocado. D.
E. R.
Ocurre sin
embargo que hay que reconocer que al menos desde el estallido de la
crisis y el surgimiento del 15M, puede constatarse el inicio de un
proceso social emergente que denuncia el mal funcionamiento de un
campo carcelario donde falla la intendencia, el abastecimiento, se
recortan las condiciones de vida de presos y buena parte de
funcionarios y profesionales, se dispara la corrupción y el pillaje
y donde las generaciones más jóvenes, -que no se sienten partícipes
de una cultura política fundamentada en las consecuencias de una
guerra civil de la que ya no se sienten ni se quieren herederos ni
de la que asumen sus categorías políticas (ni de izquierdas ni de
derechas) ni, menos aún, su lenguaje (lucha de clases, plusvalías,
sujeto revolucionario)-, se niegan a aceptar que las cosas no tengan
remedio. Generaciones que reaccionan frente a la crisis porque se
sienten “desalojados” de la historia; desalojados, expulsados, y
por eso “acampan”, toman plazas o reclaman nuevos estilos de
ciudadanía y luego se organizan para acabar con la impotencia
sumando ilusiones y transversalidades. Ilusiones y transversalidades
que claramente Izquierda Unida no ha podido, sabido o querido
convocar.
buscaríamos
un faro/ en la tormenta,/haríamos un fuego,/construiríamos la luz.
D. E. R.
Y en
medio de este cambio de escenario, y sin restar atención a lo que,
duramente, las urnas nos dicen y han dicho a Izquierda Unida, aquí
seguimos estando los comunistas y las comunistas: señalando que la
batalla entre el Capital y el Trabajo continúa y continúa
crudamente, sabiendo que cada día la batalla mediática bombardea
nuestras trincheras y que para poner en marcha ofensivas que vayan
más allá de las bienintencionadas reformas del sistema se necesita
construir hegemonía, construir fuerza, construir común, construir
nuevas formas de unidad popular desde donde regimentar los impulsos y
batallas que rompan las alambradas que nos oprimen. Escucharemos a
las urnas pero que nadie piense que ellas tienen la última palabra
sobre nuestro empeño. Sabemos que nuestra tarea reside en mover
voluntades hacia el logro de una mayoría social que no solo
cuestione la gestión del reparto de plusvalías sino su propiedad.
Solo entonces el “acuerdo de clase” que encarna el bipartidismo
se vería realmente amenazado y solo entonces podría considerarse
que los derrotados, los parias de la Tierra, entran de nuevo en el
campo de batalla y las esperanzas de transformación pueden
convertirse en realidades. Solo entonces “el Régimen del 78”
habrá entrado en agonía y el Régimen 2015 podrá ser punto de
salida. Agrupémonos todos, todos los comunistas y todas las
comunistas, en esta lucha inicial.
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