La
magia del realismo.
Los
artistas realistas hacen hincapié en el momento de formación y
extinción. En todas sus obras piensan históricamente. Bertold
Brecht
Alguien cuenta una historia. Y tan
importante es quien sea ese alguien como la historia que nos cuenta
porque en la moneda narrativa ni siquiera cabe hablar de dos caras:
El dieciocho de agosto de 1933
el portero del hospital de Steyr encontró a una recién nacida que
dormía. Junto a la criatura, envuelta en harapos, había una nota
escrita con letra torpe que rezaba así: Me llamo Sidonie Adlersburg
y nací en la carretera de Altheim. Busco padres.”
Narrar es abrir una puerta al
lector para que respire un espacio y un tiempo que le permite
asistir, desde dentro, a los aconteceres de unas vidas que no es
la suya. La historia que así comienza tiene como guía y señuelo la
vida y destino de la niña abandonada. Sus primeros días en el
hospital, su adopción por una familia de trabajadores concienciados
políticamente que viven con estrecheces, el rechazo que los rasgos
gitanos de la niña origina en un entorno vecinal donde el nazismo
dominante se impone sin apenas resistencia, el crecimiento de los
afectos familiares. La historia de una infancia donde no faltan los
problemas pero que encierra una promesa de vida. Hasta que la
burocracia, los prejuicios raciales y el miedo de la sometida
sociedad que la rodea separan a esa niña de su nueva familia para
llevarla hasta el “amparo” trágico de su madre biológica
uniendo así su destino al exterminio de las comunidades gitanas en
los campos de concentración del nazismo.
Está escrita con la precisión y
la limpieza estilística de una crónica, de un relato “verdadero”.
El narrador no se oculta pero se resiste a ser el centro de la
narración. No subraya las emociones ajenas ni exhibe las propias.
Fija un detalle, la calidad de una tela, los singulares andares de un
determinado personaje, el gesto amedrentado en una voz que toma
decisiones serviles, el acontecimiento civil que tiene lugar más
allá de las colinas. Detalles, escenas, actos. Una secuencia
narrativa que avanza con ritmo firme y una escritura sin adornos. El
lector tiene la sensación de que lo han sumergido en una historia
que realmente sucedió. Entonces y en apenas una página final el
narrador da un giro, descubre sus verdaderas cartas y nos pone
delante, como espejo real, otra historia de otra niña de la que
ningún libro tiene que
recordar su destino porque hubo gentes que en buena hora se acordaron
de ella. La magia del
realismo. El autor es Erich
Hackl. La novela se titula
Adiós a Sidonie.
La editorial Pre-Textos.
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