lunes, 31 de agosto de 2015

La magia del realismo.


La magia del realismo.


Los artistas realistas hacen hincapié en el momento de formación y extinción. En todas sus obras piensan históricamente. Bertold Brecht



Alguien cuenta una historia. Y tan importante es quien sea ese alguien como la historia que nos cuenta porque en la moneda narrativa ni siquiera cabe hablar de dos caras: El dieciocho de agosto de 1933 el portero del hospital de Steyr encontró a una recién nacida que dormía. Junto a la criatura, envuelta en harapos, había una nota escrita con letra torpe que rezaba así: Me llamo Sidonie Adlersburg y nací en la carretera de Altheim. Busco padres.”
Narrar es abrir una puerta al lector para que respire un espacio y un tiempo que le permite asistir, desde dentro, a los aconteceres de unas vidas que no es la suya. La historia que así comienza tiene como guía y señuelo la vida y destino de la niña abandonada. Sus primeros días en el hospital, su adopción por una familia de trabajadores concienciados políticamente que viven con estrecheces, el rechazo que los rasgos gitanos de la niña origina en un entorno vecinal donde el nazismo dominante se impone sin apenas resistencia, el crecimiento de los afectos familiares. La historia de una infancia donde no faltan los problemas pero que encierra una promesa de vida. Hasta que la burocracia, los prejuicios raciales y el miedo de la sometida sociedad que la rodea separan a esa niña de su nueva familia para llevarla hasta el “amparo” trágico de su madre biológica uniendo así su destino al exterminio de las comunidades gitanas en los campos de concentración del nazismo.
Está escrita con la precisión y la limpieza estilística de una crónica, de un relato “verdadero”. El narrador no se oculta pero se resiste a ser el centro de la narración. No subraya las emociones ajenas ni exhibe las propias. Fija un detalle, la calidad de una tela, los singulares andares de un determinado personaje, el gesto amedrentado en una voz que toma decisiones serviles, el acontecimiento civil que tiene lugar más allá de las colinas. Detalles, escenas, actos. Una secuencia narrativa que avanza con ritmo firme y una escritura sin adornos. El lector tiene la sensación de que lo han sumergido en una historia que realmente sucedió. Entonces y en apenas una página final el narrador da un giro, descubre sus verdaderas cartas y nos pone delante, como espejo real, otra historia de otra niña de la que ningún libro tiene que recordar su destino porque hubo gentes que en buena hora se acordaron de ella. La magia del realismo. El autor es Erich Hackl. La novela se titula Adiós a Sidonie. La editorial Pre-Textos.


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