Tiempo
de comunistas.
Hoy
es preciso un alto en la derrota. Javier
Egea, Troppo mare.
Las elecciones generales: pues ni sí ni no si no todo lo contrario.
El sí: parece evidente que el éxito de las candidaturas donde los
y las comunistas se han incorporado a organizaciones de confluencia
real, las Mareas, En Comú Podem, confirma que la estrategia general
que asumió IU tenía buenos fundamentos. Que a pesar de los
esperables ninguneos e insolidaridades puede leerse como valor
positivo haber conseguido forjar alrededor de la figura de Alberto
Garzón un terreno de respeto y visibilidad que le proporciona un
capital mediático destacable de cara al futuro. Que hay cerca de un
millón de votantes que aun en condiciones nada favorables para
nuestra propuesta siguen confiando en nosotros y nosotras, los
comunistas. El no: la experiencia de Unidad Popular-IU como
plataforma electoral a pesar de las buenas sensaciones de los
últimos días de campaña, ha sido tan adversa,
exigua
y falta como
nos temíamos. El todo lo contrario: subrayar una vez más la
constante falta de respuesta positiva con que nuestras propuestas
electorales, ya como Partido Comunista ya como Izquierda Unida,
vienen siendo recibidas por la ciudadanía con derecho a voto más
allá de las parcas y coyunturales fluctuaciones eufóricas o
depresivas ocurridas en el interim., Una constante que, aun sin
olvidar las distorsiones que la ley electoral provoca, introduce en
la militancia una inevitable sensación de impotencia o fracaso,
máxime si como ya ocurriera en las primeras elecciones
”democráticas” vemos como buena parte de la clase trabajadora se
inclina en las urnas hacia fórmulas más seductoras o emocionales.
repito:/¿realmente
estáis seguros de estar todos preparados? Enrique
Falcón. Porción
del enemigo.
Este permanente desencuentro electoral entre el nosotros y “los
nuestros y nuestras”, entre nosotros y los trabajadores y
trabajadoras, debería de centrar nuestros análisis, preocupaciones
y estudios más que nuestras presumibles discrepancias, condenas y
libros de reclamación. Creo que sería un error empezar a discutir
si los resultados electorales suponen o no un fracaso y quienes son o
no los responsables. Subyace en esos entendimientos el peligroso
sentimiento de que somos nosotros, los comunistas, los culpables de
ese desencuentro. Y creo que pensar algo así es un acto de
masoquismo que lo que de verdad expresa es pura soberbia, narcisismo
y, paradójicamente, un efecto perverso del culto a la personalidad.
Porque no se trata de arrojar culpas sino de analizar causas sobre
las que como tal Partido Comunista, desde nuestra fuerza y capacidad,
quisiéramos actuar y sobre las que, desde nuestra fuerza y capacidad
actual, malamente podemos actuar. Sería bueno no ponerse a buscar
culpables en plan de ya lo decía yo o si no deja de llover
que dimita el responsable y aceptar con humildad y el saber
propio de quienes defendemos el materialismo histórico que las
condiciones objetivas y subjetivas que la historia produce, y que a
ella misma producen, algo tendrán que decir al respecto. Y sería
bueno dejar de sentirnos protagonistas de la voluntad para
acomodarnos a la condición de esforzados hacedores de una Historia
que nos hace, y nos deshace, mientras nos sitúa en una realidad
concreta que no por concreta es obvia sino que debe ser interpretada
y transformada desde una teoría y una praxis adecuada para
desencadenar esa Revolución que decimos desear y necesitar. Por
ejemplo, y visto lo visto desde antes de la Transición, en la
Transición y después de la Transición ¿no deberíamos volver a
replantearnos que tipo de partido Comunista es hoy el necesario?
¿Nuestro actual partido es un partido de corte leninista,
eurocomunista o un mix de difícil catalogación? ¿Qué tipo y
carácter de partido comunista es el que la realidad actual nos
reclama?
Hasta
su propia imposibilidad debe asumirla en aras de la posibilidad.
Adorno Mínima Moralia.
Preguntas y respuestas. Porque praxis son también las preguntas y
porque las respuestas también son teoría. Y deberíamos reconocer
que algo se nos está escapando de las manos desde hace ya mucho
tiempo. Tenemos por delante la lectura de una novela de misterio: El
caso de por qué los explotados siguen otorgando su apoyo a los
explotadores y a sus cómplices y capataces, y para resolver ese
misterio debemos de echar mano tanto de nuestra biblioteca como de
nuestra inteligencia, experiencia y capacidad para desentrañar las
claves materiales de ese misterio. Eso es lo que hoy necesitamos:
saber leer lo que acaso no estamos leyendo. Hay causas y razones que
conocemos sobradamente: la derrota en la guerra fría, la
construcción del gran relato anticomunista, el Gran Deshielo que
supuso la caída del socialismo con las pertinentes inundaciones de
las ideologías neoliberales arrasando los imaginarios de lo común,
la hegemonía cultural de un imperialismo donde solo parece existir
el corto plazo y que impone como universal la idea de que la libertad
empieza por la explotación del uno por uno mismo. Sospechamos
incluso que la única revolución hoy entendida como aceptable y
deseable para gran parte de la intelligentsia “crítica” actual
es la conformada por aquellos proyectos dentro de los cuales la
llamada clase media se sentiría cómoda y protagonista. Sabemos que
la Revolución como Revolución del Proletariado, es decir, la
Revolución Comunista, es hoy anatemizada por dogmática, obsoleta,
inadecuada, peligrosa, mortal, asesina, cruel y, lo peor de todo
según la escala de valores dominantes: ineficiente. Sabemos que todo
eso es lo que han hecho con nosotros, con nuestra ideología, con
nuestra historia, con nuestra propuesta de transformar el mundo. Pero
también sabemos, con Sartre, que una cosa es lo que han hecho con
nosotros y otra cosa será lo que nosotros hagamos con ese que han
hecho con nosotros. Lo que hagamos, por ejemplo,con los resultados de
estas últimas elecciones generales: ¿Desgarrarnos los ropajes ¿
Tirarnos los trastos a la cabeza? ¿O estudiar con atención la
dinámica en la correlación de fuerzas que tiene lugar en el
interior de la realidad europea y mundial donde nos movemos?
La libertad que no tiene el solitario. Pablo Neruda.
Y hay tiempo. La historia ni empezó hace cuatro años ni va a
acabarse dentro de otros cuatro. Salvo que el nuevo escenario
político del neobipartidismo y sus clones nos lleven de nuevo hacia
las dinámicas de urgencias e histerias electorales -que es el modo
de producción de lo político que más interesa a un capitalismo
empeñado en imponernos los tempos de la rentabilidad a corto plazo-,
los comunistas no debemos permitir que ese capitalismo histérico
nos marque el calendario. Ahora necesitamos todo el tiempo que sea
necesario para abordar y dar prioridad a las cuestiones ideológicas
y teóricas que deben ser clarificadas para que conciencia
revolucionaria y realidad social se fusionen de manera adecuada.
Necesitamos tiempo, un espacio de encuentro y una herramienta para la
intervención sobre la realidad. Esa herramienta, ese espacio y ese
tiempo se llama Partido Comunista, el instrumento de mediación,
acción y reflexión absolutamente necesario para hacernos las
preguntas y las respuestas que estos tiempos están exigiendo. No
carecemos ni de programa ni de propuestas pero lo que hoy se requiere
es un partido en mayor estado de tensión, audaz, inteligente y
decidido, sin miedo a equivocarse, capaz de dar a la estrategia lo
que es de la estrategia y a la táctica lo que es de la táctica, que
asuma la comunicación como debate, con voluntad de poner en práctica
todo lo que sabe y todo lo que aun no sabe porque saber no saber es
parte de esa dialéctica que no siempre hemos sabido utilizar con
acierto. Capaz de separar lo oportuno de lo rentable, lo necesario de
lo inevitable, lo accidental de lo constituyente, la verdad de los
espejos. Capaz de hacer deseable una visión comunista de la vida.
Publicado en Mundo Obrero
Enero 2016
El caso de por qué los explotados siguen otorgando su apoyo a los explotadores es un misterio a medias: (yo) creo que les impulsa el miedo. Un miedo que, efectivamente, podrían perder si de una vez por todas terminara de formarse (de aunarse) ese partido audaz, inteligente, decidido; capaz de hacer deseable una visión comunista de la vida. Eso pienso. Y siento que el momento se acerca.
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