sábado, 26 de marzo de 2016

Congreséminos todos (I)


Congresémonos todos (I)



Constituye para nosotros un deber contribuir en la medida de nuestras fuerzas a la justa apreciación teórica de las formas nuevas de lucha que la vida hace aparecer. Lenin

A veces un momento de duda, de retroceso, de paso atrás, de desconcierto, puede ser ocasión para preparar los futuros pasos adelante, despejar dudas y concertar horizontes. Nuestro partido, el partido de los comunistas y las comunistas, el PCE, llevaba ya varios calendarios, avatares y coyunturas reclamando un tiempo y lugar para la reflexión, el recuento y el rearme. Que ahora se nos convoque hacia ese XX Congreso resulta no solo insoslayable, oportuno y conveniente sino algo absolutamente necesario y urgente. El Congreso como ese espacio de encuentro y reencuentro donde la ideología cuaja en teoría y la teoría se hace estrategia y voluntad de hacer historia, lucha.
El partido como manera de expresarse y producirse. El partido como entidad propia.

y que luego creció, se puso rojo/ y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos. Cesar Vallejo,

Históricamente los congresos de los partidos comunistas han venido cumpliendo la imprescindible función de plantear objetivos y estrategias en función de las condiciones de realidad en la que la lucha por la emancipación tiene lugar. No faltan tampoco y por desgracia en nuestra historia ni congresos de vanagloria y alabanza (la mayoría) con los consiguientes halagos e inciensos, ni congresos de autocastigo y penitencia (los menos) con los correspondientes anatemas, desgarros, condenas o escisiones. Y no pensemos que para esquivar tales peligros solo se necesita buena voluntad o buenas intenciones porque, aunque ambas actitudes serían de desear, más allá de las querencias lo que se requiere para que un congreso se resuelva en ocasión lograda es una fuerte y bien meditada organización con transparencia máxima en los procedimientos de convocatoria, representación, deliberación y toma de decisiones.

No podéis comprar la Revolución. No podéis hacer la Revolución. Solo podéis ser la Revolución. Enrique Falcón.

Organización, organización y organización para desvanecer a prioris, prejuicios, argumentos ab homine, citas de “autoridad”, descalificaciones y preconclusiones. Organización, organización y organización para hacernos debate y polémica, discusión y argumentos, dialéctica e imaginación, pensamiento colectivo y decisión. Para hacernos empuje y combate. Organización, organización y organización para ser ágora pública y abierta y no capillitas secretas, juego de pasillos, reparto de sillas, conspiración nominativa, factoría de listos, de listas y listillos.

Un ejército guerrillero tiene en cada combatiente un centro de comunicaciones. T. E. Lawrence.

Un Congreso es una mirada hacia adentro, un debate interno sobre “el estado de revolución” que es el parámetro real desde el que un partido comunista debe evaluarse para chequear su salud revolucionaria. Pero es también ocasión inmejorable para proyectarse hacia el entorno, hacia el escenario social en la que se integra su tarea. Sabemos que ni nuestra imagen ni nuestra voz ni nuestras palabras gozan de buena recepción en el espacio mediático. Nuestras armas para luchar en ese campo, fundamental hoy para el combate de ideas, son escasas. De ahí la necesidad de conferir al Congreso la capacidad de impacto conveniente para hacernos visibles como acontecimiento, como acción social comunicativa, como narración verosimil y deseable. Y ahí sin duda Mundo Obrero tiene la oportunidad de configurarse como arma cargada de futuro.

A veces un procedimiento vale más que mil imágenes. J. L. Godard.

El Comité Central del Partido Comunista de Madrid ha tomado de cara al Congreso una iniciativa que resulta sumamente interesante comentar y compartir. En lugar de elaborar el típico, tradicional y denso documento en el que la dirección correspondiente emite su postura sobre los temas que en congreso deben entrar en discusión y sobre los que la militancia puede manifestarse, la dirección del PCM, abandona esta práctica que inevitablemente jerarquiza las posibilidades del debate para proponer, como primer paso hacia la discusión, toda una amplia y abierta batería de preguntas sobre cada una de las principales cuestiones que preocupan en el Partido y están llamadas a centrar mayoritariamente las deliberaciones del Congreso: IU y las estrategias de convergencia, el euro y la integración en Europa, la política sindical, aclarando por demás que desde la militancia se puede y debe incorporar aquellas otras materias de discusión que se consideren convenientes. Por cuanto muestra de modo ejemplar la asunción por parte del PCM de la necesidad de ese “saber lo que no se sabe” que debería ser seña de identidad de toda organización que diga asentarse sobre el materialismo dialéctico que Marx, Lenin, entre otros, desarrollaron, creo absolutamente necesario subrayar el importante alcance y dimensión que la elección de tal procedimiento refleja.

Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando. Blanca Varela.

Lo llamativo y lo más relevante es que con esta actitud asistimos a un cambio sustancial en la comprensión de la función que deben llevar a cabo los órganos de dirección de un partido comunista del siglo XXI porque se deja clara la renuncia al “direccionar” a la militancia en favor del “orientar”, replegando el dictar para obligarse al escuchar, absteniéndose del imponer para aspirar al encauzar. Este transformación en el entendimiento de las tareas de dirección resulta una significativa y radical aportación que da aviso de los nuevos caminos por los que deben discurrir los vínculos entre las diferentes instancias y posiciones en el interior de un partido comunista consciente de que las relaciones entre clase y conciencia de clase se producen hoy en un contexto cultural diferente al que el partido de Lenin se encontró en su quehacer. Una aportación que puede afectar de modo muy favorable al desarrollo de ese Congreso que seguirá ocupando nuestra atención y esfuerzo.



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