lunes, 25 de septiembre de 2017

Autodeterminación I y II: España como conflicto


AUTODETERMINACIÓN (I)

Constantino Bértolo


La obligación de decidir.

Fes que siguin segurs els ponts del diàleg/ i mira de comprendre i estimar/ les raons i les parles diverses dels teus fills. La pell de brau. Salvador Espriu.

Cuando se habla de la extinta Unión Soviética todo el mundo parece estar de acuerdo en que uno de sus males fue la burocratización, esa especie de virus que hasta el mismo Lenin detectó en los primeros años de la revolución y que acabaría por carcomer el necesario dinamismo de las masas a la hora de construir la nueva sociedad que la revolución había puesto en marcha. La lectura predominante del concepto de burocratismo vuelca su acento sobre su entendimiento como acaparamiento por parte de una minoría dirigente de la gestión y control de las decisiones políticas y administrativas que emanan del poder del Estado. Pero también puede enunciarse como aquel conjunto de actitudes que tienden a que las decisiones no lleguen a traspasar su mero carácter enunciativo, es decir, la propensión a que la ideología revolucionaria se quede en mera declaración sin que nunca llegue a intervenir realmente en la transformación de la realidad política, social o económica.

Diversos són els homes i diverses les parles, i han convingut molts noms a un sol amor. S. Espriu

Estamos asistiendo, y en los próximas semanas y meses esta presencia se verá casi con toda seguridad exponencialmente incrementada, a toda una serie de enfrentamientos concatenados entre el Gobierno Central y la Generalitat de Cataluña a propósito de la decisión de esta última institución de poner en marcha de manera unilateral el proceso de separación de la nación Catalunya de la nación España. De momento los enfrentamientos parecen estar centrados en el espacio de lo político
- entendido como área de lo institucional- y de lo jurídico en cuanto territorio de la Ley y sus interpretaciones. Y aunque respecto al impacto o preocupación en el conjunto de la ciudadanía, puede hablarse de movimientos de oleaje con momentos de marea alta, baja o de discreta intensidad, no deja de ser curioso y hasta sorprendente que “la cosa” se entienda más como un problema para el gobierno de mariano Rajoy que como un problema de Estado en el está en juego la propia configuración y naturaleza de lo que unos optan por denominar Estado español y otros simplemente España.



Escolta, Sepharad: els homes no poden ser / si no són lliures. S. Espriu


Sin duda el término España para nombrar a la comunidad nacional bajo la que actualmente convivimos goza de poca o nula aceptación entre aquellas generaciones de españoles que hubimos de sufrir la exaltación continua y falaz de la España Una, Grande y Libre. Otro tanto nos sucede con la bandera rojigualda que a muchos nos hicieron tragar en su momento. No deja de ser también curioso al respecto que las fuerzas y ciudadanías que en el ayer y hoy defienden ideologías y actitudes independentistas que utilicen el término sin ningún reparo geográfico, político y semántico. Digo semántico porque el uso de la contraposición entre Cataluña, País Vasco y Galicia y España, parece asumir la existencia histórica de una nación España que tendría entidad propia aún en el caso de que alguna, algunas o todas esas naciones llegasen a alcanzar su independencia. Dado que históricamente nunca ha tenido lugar un concepto o una realidad España en la que no estuviesen integradas como elementos constituyentes esas otras naciones, cabe preguntarse de que entidad previa política se está buscando la separación: ¿de Castilla?o cual sería la identidad de lo que restaría dependiente: ¿los no independizados serían España? Parece una mera cuestión semántico pero la semántica lo que está señalando en este caso es que la separación o secesión en caso de producirse, originarían un problema de identidad para los componentes de una ciudadanía “no independizada” que difícilmente podrían seguir llamándose españoles. Claro está que no son los independentistas los que deben resolver ese problema de identidad pero evidentemente si parece un problema que se debería tener en consideración y al que se debería dar contestación.

Enllà de contraris/ veig identitat. S. Espriu

Bueno, y los comunistas y las comunistas sobre esto ¿qué? Sobre el papel la posición de nuestro partido es clara. Valga con citar lo que se recoge en el documento número 4, Necesidad de confrontar ruptura con reforma, apart 4.2 aprobado en Abril de 2016 durante la primera fase del XX Congreso: “Por lo tanto, la disyuntiva se plantea nuevamente entre reforma y ruptura, por eso es necesario referenciar quienes en diversos ámbitos de la vida social y política estamos en favor de un Proceso Constituyente abierto a la ciudadanía, un proceso que plantee la elaboración de una manera democrática y participativa, de un nuevo marco constitucional que empezando por dar la posibilidad de elegir entre Monarquía o República, permita consolidar derechos al trabajo, vivienda, educación, sanidad, etc., que reconozca el derecho a la autodeterminación de los pueblos del Estado, que ponga fin al sistema patriarcal, y consolide una democracia real, participativa y directa”.


Presoner dels meus morts i del meu nom,/ esdevinc mur, jo caminat per mi. S. Espriu


Sobre el papel todo claro pero en la práctica política y social, en el día a día de la convivencia ciudadana y en la realidad política, ¿esta claridad está presente? ¿en que postura, actitud, decisión y actividad política sobre la independencia y separación de Calaluña, hoy cuestión palpitante y acaso mañana mismo conflicto explosivo, se traduce esa declaración? ¿ Estamos explicando de manera suficiente a los trabajadores y trabajadoras el pensamiento de nuestro partido sobre el llamado derecho a decidir, sobre el derechos a la autodeterminación y sobre cual sería nuestra intención voto en el caso de que una votación sobre el tema llegara a realizarse? Entiendo que desde nuestra identidad como partido comunista, como PCE, más acá de las declaraciones que se produzcan en otros ámbitos políticos de participación o confluencia como IU y Unidos Podemos, nosotros, las comunistas y los comunistas, tenemos la obligación de decidir qué respuestas debemos de dar cuando se nos pregunta sobre estas cuestiones. Entiendo que si como comunistas reconocemos el derechos de autodeterminación de los pueblos de España como comunistas deberíamos votar en contra de una independencia que perjudicaría los intereses del conjunto de esa clase trabajadora por cuya emancipación trabaja y lucha nuestro partido. Una cuestión que hoy abordamos en este primer acercamiento pero que necesariamente habremos de seguir dilucidando.


AUTODETERMINACIÓN ( y II)



Todo derecho, todo código, es construcción social, relación social de fuerzas” Joaquín Miras.

Decíamos, al publicar la primera parte de estas reflexiones sobre el tema de Cataluña y su derecho a decidir su permanencia o salida del Estado español, que si como comunistas debemos reconocer el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, también como comunistas y en defensa de los derechos de los trabajadores si el referendum tuviera lugar deberíamos defender el voto negativo a la propuesta por cuanto la independencia de Cataluña del resto del Estado español perjudicaría notablemente los intereses del conjunto de esa clase trabajadora por cuya emancipación lucha nuestro partido. Desde entonces la cuestión ha tomado cuerpo y alarma social, se hizo pública una versión de la llamada ley de transitoriedad para hacer efectiva la secesión en caso de ser aprobada por mayoría simple y el Govern ya ha fijado oficialmente la fecha del 1 de octubre para la celebración del referendum. Así pues, lo que la prensa sensacionalista (¿hay otra?) ha venido titulando como “el choque de trenes” ya tiene fecha y calendario. Vendrá el verano, llegará la celebración del 11 de setiembre y los acontecimientos cobrarán un ritmo inusitado. Expectativas e inquietudes se han abierto y la necesidad de abordar unas y otras debe ser asumida por nuestro partido.

El sol ho encén tot, però no ho consum. Joan Salvat-Papasseit.

Para empezar quizás sería bueno antes de nada desmontar esa metáfora ferrocarrilera con que se ha venido expresando y malinterpretando el problema pues representar con esta imagen de “choque de trenes” el conflicto supone aceptar una mecánica inevitable que incluye una visión catastrofista de una realidad que estaría sometida a las rígidas circunstancias de unas vías férreas e inflexibles. De buscar comparaciones, mejor hubiera sido hablar del encuentro (desencuentro, más exactamente) entre una tuneladora, made in Catalonia is not spain y una muralla con geometrías y cimientos de la Constitución de 1978. Y hablando de los cimientos y muros de esa Constitución parece oportuno recordar que esa Constitución emergió de los acuerdos que las fuerzas de la oposición antifranquistas, agrupadas en la llamada Platajunta antifranquista, consensuaron con las fuerzas reformistas del gobierno de Adolfo Suarez. Una oposición que acabaría postergando dos de los puntos que hasta el momento se habían venido reivindicando: el derecho de autodeterminación de los pueblos de España y la necesidad de un referendum para decidir la forma de Estado. Dos puntos fundamentales que, digamos, la correlación de fuerzas en aquellos momentos se llevó por delante pero que siempre han estado presentes, con mayor o menor intensidad, en la realidad política española y que, ahora, el conflicto con Cataluña ha vuelto a poner sobre el tapete. Dos zonas débiles de esa muralla constitucional que la excavadora soberanista trata de perforar. Dos agujeros negros por los que se viene desangrando el llamado régimen del 78.

els altres qui l'avencen, tots d'adreça al mercat. J. S-P.

Al referendum convocado por las fuerzas soberanistas presentes, con mayoría simple, en el Parlament catalán, se le ha venido calificando de referendum inconstitucional, unilateral, ilegítimo, ilegal y vinculante,y entre fuerzas políticas que vienen defendiendo la unidad de la nación España hay quienes hablan de golpe de Estado en marcha. Evidentemente inconstitucional lo es de manera clara: desde el momento en que la Constitución del 78 no recogió el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, que, entre otras fuerzas, venían defendiendo tanto el PSOE como PCE, ese derecho quedaba fuera del marco constituyente. Por las misma razones no puede dejar de ser unilateral en cuanto que las fuerzas constitucionalistas se niegan a la posibilidad de crear, vía reforma, las condiciones para su constitucionalidad. Sobre la legitimidad las argumentaciones abandonan el espacio jurídico para centrarse, entre otras razones y argumentos, en cuestiones de orden histórico y económico. Por un lado la historiografía pertinente, dividida al respeto, recuerda que Catalunya nunca tuvo existencia como nación independiente mientras que, por otro, no deja de señalarse la continuidad de un conflicto ya presente durante el dominio de los Austrias, acentuado después de que la nueva monarquía de los Borbones impusiese bajo el Decreto de Nueva Planta una configuración territorial centralizada. Un enfrentamiento histórico que rebrotará en 1873 durante la I República para hacerse claramente visible con ocasión de la proclamación, unilateral, de la República catalana por parte de Francesc Macià en el año 31 y del Estado Catalán por Companys en el 34. Por otro lado y dejando, hasta donde es posible hacerlo, la historia al margen, las argumentaciones de raíz económica han venido ocupando un buen espacio en la polémica: que si el deficit, que si España nos roba. En este aspecto considero la necesidad de recordar que la riqueza diferencial de Catalunya respecto al resto de la población del Estado, ya en PIB ya en renta per cápita, no deja de ser el resultado de la extracción de plusvalías que la clase capitalista y empresarial afincada en Cataluña ha venido ejecutando sobre todo el conjunto de una clase trabajadora obligada a vender su fuerza de trabajo. Desde esa realidad los comunistas defendemos y defenderemos el trasvase de recursos económicos entre los territorios con mayor producción de plusvalías a los de menor riqueza y rechazamos y rechazaremos cualquier reclamación que pudiera consolidar identidades construidas sobre desigualdades económicas de privilegio. De ahí también nuestro rechazo a los conciertos económicos actuales existentes respecto al País Vasco y Navarra.


pren tot d'una / l'aire d'emprendre un nou destí. J. S-P.

Entendemos el referendum como legítimo en cuanto que el derecho de autodeterminación es un derecho de Catalunya como nación histórica por más que las circunstancia sociales, económicas y políticas presentes reflejen el dominio y el interés de la clase burguesa catalana. Es sobre su condición de nación “oprimida histórica y políticamente” que se levanta la legitimidad del referendum y no sobre una pretendida opresión económica. Derecho de autodeterminación como derecho de una nación oprimida a lo largo de una trayectoria histórica donde la correlación de fuerzas no le ha permitido cumplir con su voluntad de nación Estado sin que queda hablar de una supuesta ciudadanía oprimida por el resto de los ciudadanos de España. Porque puestos a hablar de opresión económica del pueblo catalán entonces, los y las comunistas, sin negar ese derecho a decidir, habremos de manifestar que estamos precisamente en contra de la secesión en cuanto que ese hecho facilitaría e incrementaría la opresión económica que las burguesías, a uno y otro lado del Ebro, aplican a la clase trabajadora como conjunto. Una clase trabajadora con escaso peso en la correlación de fuerzas dentro de la realidad actual de Cataluña lo que no deja de ser una circunstancia que caracteriza al actual proceso político catalan.

Res no és mesquí/ ni cap hora és isarda J. S-P


Obvio también que desde el momento en que la autodeterminación es anticonstitucional su ilegalidad viene dada. Pero incluso la teoría política más burguesa acepta que ilegalidad e ilegitimidad no son esferas coincidentes. Los comunistas entendemos el derecho de autodeterminación como un a aspiración legítima y por tanto consideramos que es ilegítima la actuación de aquellas fuerzas políticas que se muestran incapaces de dar soporte legal a una reivindicación, el derecho a decidir, reclamada por una parte cuantitativa y cualitativamente relevante de la sociedad catalana. Defendemos que es la sociedad española en su conjunto la que debe de asumir políticamente la necesidad de articular las medidas políticas y jurídicas necesarias para que las distintas naciones presentes en nuestro estado expresen el tipo de relación que desean mantener con entre sí en cada momento histórico, estableciendo los correspondientes mecanismos de desconexión en el caso de que tales procesos fueran necesarios. En ausencia de esto, la reclamación efectiva del derecho de autodeterminación nos resulta legítimo y las responsabilidades derivadas de su “ilegal” puesta en marcha serán responsabilidad de aquellas fuerzas que impiden convertir lo legítimo en legal.

Ara No Es Fa, Pro Jo Encara Ho Faria. J. S-P.

Nosotros, los comunistas y las comunistas, no debemos permanecer inactivos ante el conflicto que se nos viene encima. Y no deberíamos limitarnos a manifestar nuestro acuerdo sobre el derecho a decidir y nuestro desacuerdo con la propuesta de secesión que el referendum contiene. Hubiera sido más transparente que la pregunta a plantear permitiese distinguir entre una y otra opción, entre el aceptar el derecho de autodeterminación y el defender la independencia. En todo caso nuestra obligación como comunistas es dar a conocer a los ciudadanos de toda España y muy especialmente de Cataluña tanto nuestro aceptación de que el referendum tenga lugar como nuestro rechazo a la secesión que en él se planea. Es necesario actuar y acaso como primer paso nada sería mejor y más congruente que impulsar como partido comunista, a través de las organizaciones en las que estamos presentes, la convocatoria en todas las Comunidades Autónomas de manifestaciones y concentraciones reivindicando el derecho a la autodeterminación de los pueblos de España el próximo día 11 de setiembre, el mismo día en que el nacionalismo catalán celebra su fiesta nacional.

Publicado en Mundo Obrero Julio de 2017.






 




2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo. Pero lo que no entiendo es lo del 11 de septiembre, pues ese día ya ha pasado.

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  2. Bueno, lo he releído y está claro que el texto (o parte de él) se escribió antes del verano. Pues el 1 de octubre se nos viene encima y todo sigue igual. Una pena...

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