Presentación
y preguntas sobre El
luminoso regalo. Manuel Vilas. Alfaguara, 2013.
Hablar
de está novela de Manuel Vilas resulta complicado. Vilas es de los
pocos poetas españoles actuales que en sus poemas no parece pedir
perdón por escribir poesía y por eso escribe una poesía de voz
alta muy alejada del tono bajo e íntimo de esa otra poesía hoy
mayoritaria que más que lectores parece estar buscando cómplices.
El luminoso regalo es una novela de alto interés y francamente
esto es lo primero que hay que agradecerle a Vilas: que en lugar de
escribir una novela bonita haya escrito una novela interesante, es
decir, adecuada para aclarar o resolver algunos de los dilemas ya
teóricos o ya prácticos que la vida nos pone por delante, el
misterio por ejemplo del por qué los explotados aguantan que los
exploten. Tres son los núcleos de interés que la novela de Vilas
aborda:
1-Las
relaciones entre el yo capitalista y los afectos.
2-Las
relaciones entre la literatura y la libertad de expresión.
3-Las
relaciones entre la novela y la culpa en la narrativa de la
postmodernidad.
1-
El yo.
Entiendo
que en la Poética capitalista la creación, exaltación y expansión
del yo es elemento fundamental en cuanto el capitalismo requiere de
la existencia de los “yos” para poder funcionar. Sin la previa
asunción del “yo soy el que soy” que la burguesía arrebata a la
mitología judeocristiana, el intercambio capitalista - “yo soy
libre para vender, yo soy libre para comprar”- sería imposible. Y
el humanismo, que es la base cultural sobre la que se va a asentar la
cultura y la libertad capitalista, no hizo sino legitimar esa visión
global en el que humanidad se contempla como una abigarrada y
revuelta suma de yos solitarios. El mantenimiento y revalorización
continua de ese yo sería por tanto el destino inevitable de un
existir que tendría por consiguiente su enemiga o amenaza en todo
aquello que pudiese suponer la mengua o acabamiento de ese yo
solitario y por tanto depredador. El problema, el conflicto narrativo
en ese registro, vendría dado por la paradójica necesidad que todo
yo tiene de “los otros” tanto para reproducirse como poder
construirse como identidad. Durante siglos este conflicto encontró
una vía de salida en aquellos espacios en los que la lógica
capitalista – soy lo que compro soy lo que vendo- estaba vedada,
es decir en espacios e instancias como la familia, la amistad, la
solidaridad, la filia, los afectos. Instancias regidas por la
economía del don, del trueque, del regalo, de lo sin precio y no por
la economía mercantil en la que el precio es la única y verdadera
semántica.
Bueno
pues al respecto entiendo que en
El luminoso regalo entran en juego toda esta problemática
y todos estos ingredientes junto con otros muy semejantes como el
amor y por tanto el desamor, la codicia física o sentimental, la
usura emocional, el dolo, el daño y el dolor, la finitud, la
posteridad y la reproducción. En realidad, y a pesar de su posible
apariencia de novela rupturista, la novela se configura, al menos
desde el punto de vista de la temporalidad, como una novela bastante
convencional en tanto que más allá de fechas y años la historia
tiene su bisagra temporal en la ruptura del matrimonio entre Victor
Dilan y Elena. Me atrevería a decir que es una novela sobre el
capitalismo y el matrimonio en tanto que el matrimonio aparece como
un espacio en el que el yo necesariamente ha de renunciar en parte a
ese yo sacralizado del yo soy el que soy. Sobre el matrimonio, sobre
la familia, sobre la reproducción. De ahí que no sea nada extraño
la aparición final a modo de correlato coral las voces relevantes
de la hija o el nieto.
Novela
sobre el matrimonio, la procreación y la familia y sobre esa
confusa familia de palabras que giran alrededor del escurridizo
término que es el amor: deseo, pasión,sexo, orgasmo, maldad, daño.
En ese sentido la novela aparece como una tragedia semántica en la
que las palabras, en tiempos en los que el yo es la mercancía más
deseada y consumida, no acaban de encontrar ni su sitio ni su
significado. Recordemos la frase de Saussure: lo importante no es
encontrar la verdad sino saber situarla. Victor Dilan, el
protagonista, parece empeñado o subsumido por aquello de que la
verdad entre las piernas la encontrarás.
2.
La censura.
Creo
que desde la publicación de España Vilas viene proponiendo
un entendimiento muy personal y libre de la novela. Libre por híbrida
o mestiza, en la que confluyen dos tradiciones novelescas distintas
que si bien el castellano no diferencia semánticamente otras
literatura, como la francesa, designan ya como roman ya como
romance. Romance en tanto historia fingida pero que no finge
ser verdadera y roman en cuanto historia fingida que
finge ser verdadera, es decir, con dos tratamientos de la
verosimilitud muy diferentes. Creo que en las novelas de Vilas esas
dos tradiciones convergen del mismo modo que en su escritura
convergen lo popular, lo pop, Dylan con la alta cultura de la
Celestina o Cumbres Borrascosas. Eso le da a su escritura un aire de
libertad, de desparpajo que cuadra muy bien con la estética del
dislate o el disloque que caracteriza a mi entender ese modo de
narrar “en la punto del exceso y de lo excesivo”. Estéticamente
anticlásico y poéticamente no realista sino expresionista. En El
luminoso regalo ese desapego hacia lo estéticamente establecido
se deja ver tanto en su rechazo de lo bonito o cursi – algo difícil
de lograr cuando se abordan temas como el amor o la ternura – como
en la utilización masiva de un recurso anatemizado por las academias
literarias: la repetición y su más allá, todavía más maldito: la
reiteración. Utilizada hasta el exceso aunque de manera congruente
en una historia que tiene como uno de sus ejes uno de esos excesos o
excedentes que la civilización humanista no ha logrado domeñar: el
sexo. Desde un punto de vista tradicional esta novela no está bien
escrita porque carece de sentido de la medida. Paradójicamente esa
es una de sus virtudes: gracias a estar “mal escrita” puede
comentar lo que la “literatura bien escrita” no puede contar: lo
excesivo, lo que no tiene sitio ni lugar, lo que si no fuera por la
novela nunca llegaría a tener existencia. Y esa ruptura que alguien
llamaría formal pero que no deja de ser una ruptura ideológica, un
forzamiento del concepto de lo verosímil, despierta un interés que
no es que vaya más allá de lo literario sino que lleva a lo
literario más allá de ese corsé que llamamos literatura. Se
agradece.
3.
La culpa.
En
mi opinión el género novela es una institución de carácter
jurídico. Me atrevería incluso a afirmar que toda novela es la
representación narrativa de un juicio, es decir una instancia, en la
que se expone, argumenta y enjuicia sobre una conducta o un
comportamiento a fin de que pueda ser dictada, de modo implícito o
explícito, una sentencia. En la novela prototípica se reproducirían
todos y cada uno de los elementos y momentos judiciales: el acusado o
acusados, el ministerio fiscal, el abogado defensor, el juez, la
acusación o pliego de cargos, la defensa o pliego de descargos,
declaraciones de los testigos y peritos, análisis de las pruebas,
conclusiones y sentencia. Aquellos novelones en tres tomos de
finales del XVIII y principios de XIX trataban de reproducir este
prototipo, pero lo normal es que las novelas se estructuren y
edifiquen a partir de seleccionar algunos de esos elementos o ejes.
Y así, atendiendo al punto de vista elegido, habría novelas
construidas en tanto declaración de un testigo – ese narrador de
Madame Bovary que se nos presenta como compañero de cole del
Charles Bovary- o como declaración de un acusado- el Lazarillo
sin ir más lejos- o como declaración del acusado- el Pascual
Duarte- o como crónica pretendidamente objetiva de un periodista
presente en la sala- Crónica de una muerte anunciada – o
incluso como memoria póstuma de un juez: Las memorias de Blas
Cubas, de Machado de Assis, por ejemplo. E indudablemente la
tipología y tono de las novelas será diferente si el tipo de juicio
que se representa corresponde a un juicio con juez único o con
jurado popular, o simplemente se trata de un juicio informal y
extrainstitucional. Pero a pesar de todas la variables y por tanto
variedades posibles creo que esa estructura “en juicio” puede ser
válida para tratar de entender “de qué va una novela”,
cuestión esta que creo debe ser lo que un comentario crítico
aborde y resuelva en lo posible.
Bueno
pues es el caso que este El luminoso regalo recoge en
buen proporción el testimonio de un acusado de conducta impropia,
obscenidad e incumplimiento de sus deberes como ciudadano, de un
acusado empeñado en sentirse culpable pero que no lo consigue – y
esa es su verdadera tragedia- porque para que haya culpabilidad sería
necesario la aceptación de algún valor socialmente compartido que
fuera más allá del precio en tanto único valor de uso y de
intercambio.
Aprovecho
entonces el momento para pasar al diálogo: Mi pregunta al respecto
sería: ¿es posible sentirse culpable hoy? ¿La culpabilidad no es
un sentimiento tardomodernos, que la postmodernidad ha hecho
desaparecer?
Sigo
con algunas preguntas., empezando por los paratextos como las
críticas que se publicitan y la foto:
Las
críticas: ¿de verdad no te preocupa que los críticos más señeros
y aplicados de la nación te pongan tan bien? ¿Te has preguntado qué
es lo que les dan tus novelas para que les gusten tanto? Ahora en
serio: ¿Crees que un escritor puede sobrevivir a los elogios?
La
foto. La verdad es que te veo como cara de estreñido, cara de a
punto de responder a algo que te tiene harto. Enfadado, “echado
palante”, un tanto retador.
Creo
que la foto que el autor o autora elige para aparecer en el libro
refleja y delata con bastante precisión la relación de los
escritores con esas presencias reales que diría Steiner : la
posteridad y la eternidad, que al menos implícitamente en mi opinión
actúan sobre la escritura. ¿Por qué no le sonríes a la
posteridad? Bueno y en definitiva ¿ te sientes parte de esa larga
tradición histórica que llamamos Literatura?
Corre
el rumor por ahí de que plagias mucho, de que te plagias a ti mismo,
que te repites. ¿Es verdad eso de que los escritores en realidad no
dejan de escribir siempre el mismo libro?
Después
de tantos años leyendo novelas sobre las almas de la burguesía
agradece uno poder leer una novela sobre los cuerpos de la burguesía.
Las novelas sobre las almas han construida un entendimiento- el
llamado humanismo- de la literatura como una gran biblioteca burguesa
de autoayuda. La primera curiosidad que me surge es si esta novela de
los cuerpos también se configura como una variable más de esa
autoayuda. Desde esa curiosidad se puede leer la novela de Vilas,
desde esa duda dialogar con ella: ¿Estás de acuerdo en que esta es
una novela de cuerpo más que de almas? Realismo de almas decía
Pidal que era lo propio de la novela española.
¿Habría
una tradición de literatura de cuerpos?: quizá la Celestina que no
por casualidad actúa como una referencia explícita en tu novela?
¿alguna otra obra?
Tiene
algo de novela distópica, de esas que nos cuentan lo que va a
suceder después de la inevitable catástrofe que terminará con
nuestra civilización. Pero es una distopía singular porque en ella
la catástrofe consiste en que no se produce ninguna catástrofe y
por tanto en el 2082 todavía la sociedad vive bajo el régimen del
matrimonio, la familia y el amor ¿ De verdad crees que al finales
del siglo XXI esa invención nefasta de los poetas provenzales va a
seguir siendo algo necesario e inevitable?
¿
La pornografía es un campo semántico, un territorio semántico que
en tu opinión funciona más como metáfora o como metonimia de la
realidad?
Esta
es una novela de 384 centímetros de grosor. ¿El tamaño de la
novela sí importa?
Alguien
ha escrito estos días a propósito de los escraches que son un
mecanismo contra la individualidad. Es decir, son un mecanismo contra
la desesperación. En tu novela se viene a decir lo mismo del sexo,
pero lo dice alguien que aun desesperado escribe. ¿La literatura es
también una forma de desesperación o es una forma de esperación,
de esperar desesperadamente algo de los demás, como ser leído,
entendido, admirado, detestado?
Detalle
“realista”: Una camarera es rumana pero se llama Camelia y dice
“ha sido muy bonito verlos a ustedes, son muy lindos”
¿El
amor es un acto de desposesión o de codicia, es decir, de renuncia
al yo o de extrema reafirmación?
El
personaje de Victor pregunta a las mujeres ¿Cómo podéis
soportar que no os vean los hombres? ¿es una
pregunta machista? ¿es una novela solo heterosexual – la hija
parece reprocharle esto? ¿una novela sobre el machismo como paraíso
perdido?
Se
dice en algún momento que “las mentiras son las palabras de los
pobres? Me gusta la idea pero ¿cuáles serían entonces las novelas
de los pobres? ¿ Las policíacas, las de Corín Tellado? ¿”Amar
ficciones sería el destino colectivo” de los pobres?
:Sexo,
desesperación y dinero. Se lee: “ Existía un cierto nivel de
ingresos, lo suficiente para no desesperarse sino todo lo contrario”.
¿Por qué crees que en las novelas españolas se hable poco del
dinero?
En
algún momento la novela se pone en plan metaliteraria. ¿no crees
que la metaliteratura es un síntoma de inteligencia cursi, de
decrepitud narrativa?
¿
El oscuro sueño del machismo es el suicidio de las amantes
despechadas?
En
la página 323 aparece el término bondad pero apenas se vuelve a
ella. ¿Por qué crees que hay tan pocas novelas sobre la bondad ?
No hay comentarios:
Publicar un comentario