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en conversación.
Entre
clásicos:Manuel Sacristán-György Lukács. Edit la Oveja Roja.
Madrid 2012
Prólogo.
Lo
que Salvador López Arnal ha conseguido con este libro es construir
un lugar para el lector. Un buen lugar. Un lugar de privilegio. Un
espacio desde donde oír, escuchar, medir y calibrar las palabras –
y los silencios - de la inestimable conversación entre dos muy
señalados pensadores del marxismo, Georg Lukács y Manuel Sacristán,
que ocupan a su vez, juntos y por separado, un lugar fecundo en la
larga y a veces tortuosa tradición del marxismo emancipador.
Entiendo que ninguno de ellos necesita especial presentación; la
talla intelectual de ambos es evidente y reconocida aun en tiempos
como estos en los que reina la figura del «intelectual comunicativo»
y el rigor, el análisis, el esfuerzo y las aspiraciones
revolucionarias sufren de escaso predicamento dentro de esa turbia
atmósfera cultural en la que últimamente convivimos y en la que los
paradigmas del periodismo -lo inmediato y fugaz sustituyendo a lo
memorable o lo conveniente como valores para la atención- parecen
haber erosionado la necesidad de pensar sobre las razones y causas
que han dado origen a que los proyectos revolucionarios se vivan más
como ausencias confortables que como tareas que llevar a cabo. De ahí
que haya que felicitarse, como lectores interesados en la
transformación revolucionaria de la sociedad, de que ese lugar de
privilegio que se nos ofrece resulte ser un lugar incómodo, más
propio de silla dura que de sofá al uso, que aleja toda posibilidad
de entender su lectura como un tiempo de descanso, de grata
autoafirmación o de pesimista nostalgia por la revolución
extraviada.
El
libro que presentamos obliga a escuchar y por tanto obliga a pensar,
exponiendo con diáfana claridad que la única posibilidad de
realizar ambas cosas, -escuchar, pensar- viene encaminada por las
exigencias del actuar porque -y los aquí ahora de ambos pensadores
lo ratifican- fuera de la acción todo saber deviene inútil o
estéril erudición.
Ese
requerimiento es sin duda el primer rasgo en común que une a ambos
pensadores al tiempo que los aparta de otros que pueden hoy gozar de
más renombre en la Academia (de derecha o de izquierda, que de esta
última también hay). Tanto Lukács como Sacristán son pensadores
que «hacen revolución» aunque cada uno trace su propio trayecto
personal en lo político y adopte frente al fluir concreto de la
Historia posiciones muy diversas pero que, siempre y en todo caso,
miran a la revolución como horizonte y sentido.
Manuel
Sacristán, y creo no exagerar ni estar cayendo en ese culto a la
personalidad que denunció y rechazó, sigue siendo el pensador
marxista español más significativo de nuestro siglo XX lo cual,
también conviene señalarlo, no sería por si sólo mucho decir dada
la escasa nómina de autores que pueden citarse al respecto.
Significativo porque al tiempo que se mantuvo en el centro de las
batallas que sacudieron al movimiento comunista internacional y, más
en concreto, español, durante toda la segunda mitad de su siglo,
supo, sin caer en la marginalidad, mantenerse, en el margen de unas
aguas superficiales que canalizadas por el pragmatismo oportunista
tantas veces imposibilitan ver las fuerzas y materiales que, en
última instancia, están determinando el trazado y la hondura de los
cauces. Marginado, represaliado habría por mejor decir, por el
establishment (?) académico universitario franquista que le tocó
padecer, y situándose en su momento y por voluntad propia al margen
(pero mojándose) de aquellos precipitados cauces del PCE o del PSCUC
que naufragaron en las playas del eurocomunismo, Sacristán, aún
siguiendo en su empeño de abrir y abrirse a nuevos espacios
revolucionarios y, obligado acaso por las circunstancias que su
sobrevivir económico le imponían, va a mantener como traductor y
durante largos años una larga y feraz conversación con uno de los
pensadores centrales y más paradigmáticos del marxismo
contemporáneo. Denostado por unos (en la izquierda y en la derecha),
respetado por otros (en la izquierda) y estudiado por muy pocos,
Lukács, y eso es algo también en común con Sacristán, ocupa
extrañamente un lugar al tiempo central y al margen en el
pensamiento europeo revolucionario (en el caso de Sacristán esa
ubicuidad reúne además una «paradoja cuántica»: si ocupa el
centro y el margen en el pensamiento marxista español se debe no
tanto a su «marginalidad» como a la no existencia de ningún centro
reconocible en ese improbable campo). Con la etiqueta de ortodoxo
colgada a sus espaldas por tantos y tantos heterodoxos que
encontraban en la heterodoxia el capital simbólico más conveniente
para no mancharse jamás ni las manos ni el prestigio ni las
prebendas, la trayectoria personal de Georg Lukács como militante
comunista resume en buena parte las glorías y miserias del
movimiento emancipador. Hablar con él, escuchar su conversación,
sus reservas, sus matizaciones y sus silencios resulta ser una
experiencia intelectual impagable. Y si su interlocutor es Manuel
Sacristán es fácil considerar el alto alcance de este libro.
La
inteligencia lectora de Sacristán, adiestrado en las aulas germanas
en la precisión de las herramientas propias de la Lógica Formal, va
a dar ocasión al autor de Panfletos y Materiales para que
se muestre como un traductor de calidad difícilmente repetible,
máxime si, como en su caso, domina los hilos de la filosofía
posthegeliana y los caminos de la teoría y las praxis marxista.
Traducir a Lukács será para él, aparte de una especie de «servicio
interno al marxismo», un poner en conversación dos lenguas, dos
miradas, dos entendimientos y dos voluntades apasionadamente
revolucionarias. La inteligencia como pasión, como proyecto. Asistir
a esa conversación es lo que este libro nos ofrece al facilitarnos
con orden y esforzada documentación cada una de las etapas de esa
relación que apoyándose en el traducir se extiende hacia el
interpretar. Cada traducción, cada texto lukácsiano es el pretexto
sobre el que avanza la sintaxis estructural del ensayo sin que falten
ocasiones para que otras cuestiones urgentes- la entrada en Praga de
las tripas del pacto de Varsovia por ejemplo- hagan acto de
presencia. Imposible no mantener la atención cuando las precisiones
sobre el irracionalismo o el antirracionalismo salen a relucir,
cuando el papel de los intelectuales entra a debate, cuando el
positivismo y su posible relación con el estalinismo ideológico se
ponen en contacto, o cuando Lukács explica las raíces de su etapa
idealista, expone su versión del realismo literario, desbroza el
camino hacia una Estética, se hace entrar en juego los conceptos de
la dialéctica materialista y la dialéctica histórica, se refutan
de las tesis sobre Arte de Zhanov, se indica la problemática
herencia romántica presente en el hablar de «una visión del
mundo», se hurga en las razones y causas del retroceso de los
movimientos revolucionarios o se analizan las funciones y límites
del partido dirigente antes de la revolución, en la revolución y
después de la revolución. Asistir a esa dialéctica política que
se juega en el campo de la semántica es una experiencia inolvidable
en tanto que nos permite trasladar problemas, enseñanzas e
interrogaciones al presente más actual. A miles de kilómetros de
cualquier manual o recetario, la conversación entre los dos
pensadores nos obliga a observar y meditar sobre nuestro entorno
actual y sobre las posibilidades o modos de intervenir sobre la
realidad actuante para romper con esa «conciencia desgraciada»,
cuando no culpable, en la que sobrevive malamente buena parte de la
tradición comunista.
La
edición que se nos ofrece va más allá de un aplicado recoger el
fructífero diálogo de ambos pensadores. El libro encierra
materiales más inesperados. El conocimiento, exhaustivo me atrevería
a afirmar, que Salvador López Arnal posee de la obra y el legado de
Manuel Sacristán y del que ya ha dejado sobresalientes muestras
editoriales, nos permiten presenciar otra conversación en voz baja
–ahora en forma de apunte, nota, texto o conferencia- del traductor
con los textos. Porque Sacristán no se acomoda a la simple tarea
(llena de complejidad por otra parte como bien se pone de manifiesto)
de trasvasar con rigor una lengua a otra sino que mantiene con los
textos un diálogo crítico,- socrático en parte, montaigneano en
otra- que la excelente labor de edición va mostrando página a
página hasta construir un edificio intelectual autónomo en el que
se plasma la envergadura intelectual del creador principal de
aquella revista Materiales en la que durante largo tiempo se
refugió la inteligencia marxista española no atrapada en las
falacias del electoralismo oportunista. Aun cuando pueda discreparse
de un uso acaso excesivamente teórico de los criterios con que se
enfrenta al pensamiento lukacsiano,es de admirar la iconoclastia
intelectual con que el filo crítico de Sacristán poda todo aquello
que juzga como ramas muertas, elimina posibles frutos muertos y seca
lo que considera brotes estériles, tratando siempre de fortalecer el
tronco vivo del marxismo y de mantener el terreno sobre el que este
crece. Que todo aprender conlleva un desaprender sería la lección
de esta entrega que una vez más deja patente que Manuel Sacristán
es un referente ineludible del pensamiento marxista contemporáneo.
Mucho hay en él para aprender y acaso, lección obliga, para
desaprender si fuere el caso.
Texto editado como Prólogo a la edición de Salvador López Arnal de Entre Clasicos: M. Sacristán, G Lukacs. Edit La oVeja Roja 2012
Texto editado como Prólogo a la edición de Salvador López Arnal de Entre Clasicos: M. Sacristán, G Lukacs. Edit La oVeja Roja 2012
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