De aquellos catarros a estas pulmonías.
La
economía bipolar. Colectivo Todoazén
Dominio
Público.04/10/2007
Catarro.
Al parecer, la economía mundial anda un poco bastante constipada,
con flujos nasales y estornudos que expanden ruidos y gérmenes
nocivos. Pero no debemos alarmarnos; es como un catarro cíclico, se
pasa solo, si acaso con algún frenadol para acortar su molesta
presencia. Los Bancos Centrales, que vigilan la salud económica del
cuerpo del negocio, han acudido, raudos, en su auxilio y les han
proporcionado los necesarios pañuelos públicos a los bancos
privados e instituciones de crédito afectadas, y la cosa no va a
pasarse ni a la garganta, ni mucho menos a los pulmones. Un
constipado. Que alguien abrió en USA demasiado las ventanillas de
las hipotecas y se les colaron varios pobres, o por mejor decir:
activos susceptibles de riesgo, que eso de pobres ya no se lleva. Y
además, que hoy la economía es bipolar y un resfriado de la
financiera no tiene repercusión alguna en la real, que como mucho se
van encarecer las garantías y los intereses de los créditos para
que los insolventes no sigan defraudando las expectativas que tan
desinteresadamente en ellos depositaron los bancos y entidades de
crédito.
Bipolar.
Antes, si el jefe de uno era uno de esos jefes maleducados, como casi
todos, que un buen día te saludaba campechano y al siguiente no te
daba ni los buenos días, se le disculpaba comentando, aunque fuera
en voz baja, “es que es muy suyo”, o “es que tiene sus días”,
si bien para sus adentros todos supieran que lo que era realmente era
un hijo de la Gran. Ahora, tal conducta, nacida de la arbitrariedad
como atributo del poder, se diagnostica científicamente como
síndrome de personalidad bipolar, sin que los empleados entiendan
muy bien por qué es tan bipolar con ellos y tan monopolarmente
dinámico, eficiente y positivo con su inmediato
superior.
Miénteme,
dime que me quieres. El dinero es como el amor: una promesa
compartida, una confianza mutua, un siempre estaré a tu lado. El
horizonte de la economía real es llegar a fin de mes. La meta de la
economía financiera es la multiplicación del dinero, el
mantenimiento cotidiano del milagro de los panes y de los peces. Para
eso se requiere fe, verosimilitud, un horizonte de bienestar, amor,
es decir, expectativa de beneficios, promesas de felicidad. La
estética del realismo capitalista. La economía norteamericana está
endeudada hasta las cejas (propias y sobre todo ajenas), pero el
relato exige que todos cuiden la tela con que se viste el rey
desnudo.
Quien
parte y reparte se lleva la mejor parte. Los intelectuales
orgánicos del Capital escriben y publican las tramas que tienen como
protagonista a Don Dinero. La Reserva Federal, por ejemplo, abarata
durante años su precio y el dinero se expande, los bancos y cajas
dan créditos fácilmente y, atraídos por la burbuja negra de la
felicidad prometida, los sujetos reales (ustedes, nosotros,
compañeros y compañeras de trabajo) se hipotecan, comprometen un
futuro que a partir de la firma del crédito estará, y ya para
siempre, blowing in the wind. Las instituciones financieras venden y
revenden esos futuros y en cada paso el dinero y los beneficios
medran hasta llegar al ‘exceso de liquidez’, mar gruesa entonces,
bandera amarilla y la Reserva Federal incrementa el precio del
dinero, suben las tasas de interés, resaca.
Empiezan
las ‘turbulencias’, el abróchense los cinturones y el
enfriamiento. Cuando la ley del estruje marginal entra en acción
el primer o la primera hipotecada que no aguanta se convierte en el
señuelo que avisa de que se ha sobrepasado el límite, lo que antes
era riesgo ahora es un abismo. La última ficha del dominó se
desploma y puede arrastrar en su caída a toda la fila desmoronando
fianzas, confianzas y finanzas. La barca del amor se ha estrellado
contra el euribor.
No
corráis, que no viene el lobo. El barco hace aguas, pero el
galeote, amarrado al duro banco, debe seguir remando con entusiasmo.
Si la cosa se para puede sobrevenir el vuelco, y no olvidemos los
grilletes. Que los encadenados somos muchos y los chalecos salvavidas
son pocos. Mientras el capital se apresura a protegerse a sí mismo e
inyecta en el sistema el fruto de impuestos y plusvalías para que al
dólar no le entre el mono, sus voceros repiten que no hay peligro de
que la gripe financiera se contagie a los humanos. Que no cunda el
pánico.
Si
quieres que sea feliz como me dices, no me tranquilices, no me
tranquilices. Solbes dice que la exposición del sistema
financiero español a la crisis es “extremadamente reducida”. La
ministra Chacón aclara que las tasas de interés “han tocado
techo”. Almunia afirma que las turbulencias podrían afectarnos
“unas décimas”. “Es una crisis estacional”, enuncia Vergara.
Zapatero y Botín se fotografían juntos y revueltos y optimistas. Tú
tranquilo, la incertidumbre es cosa de los ricos. El dinero,
pobrecito, tiene miedo, está desorientado por culpa de unos
insolventes que por no haber pagado sus hipotecas han resfriado el
sistema. Tú tranquilo.
La
retribución anual de los gestores de fondos de alto riesgo de Wall
Street multiplica por 22.255 la de un empleado. La deuda de los
españoles crece un 56,1 % en seis años, pero entre 1999 y 2006 las
empresas españolas han visto aumentar su beneficio neto en un 73%,
más del doble que la media de la zona euro (36,6%), mientras que los
costes laborales han aumentado en ese mismo periodo un 3,7% en
España, cinco veces menos que en la Unión Europa (18,2%), y el 70%
de los nuevos empleos generados lo han sido con un salario inferior
al salario promedio. Virgencita de mi vida que me quede como
estoy.
Mercado
de futuribles. Todo lo que no mata engorda y los pesos pesados se
repartirán los restos del naufragio.
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