W.G. Sebald y la
editorial Debate: Historia de un divorcio anunciado.
En
consonancia con este carácter (huraño),
concede escasísimas entrevistas, no presenta ni promociona sus
libros y evita los saraos literarios para preservar su intimidad,
convencido de que “la literatura se ha convertido en un gran
supermercado”. Pese a ello, y de manera involuntaria,
ha
protagonizado recientemente una polémica editorial en nuestro
país. Andrew Wylie, el todopoderoso agente literario norteamericano
que actualmente gestiona sus libros, ha maniobrado para que su
representado deje la editorial Debate, que lo lanzó en España, y se
incorpore al catálogo de Anagrama, que publicará su nuevo libro,
“Austerlitz” y posteriormente recuperará toda su obra cuando
caduque el contrato con Debate.
La
Vanguardia Mauricio Bach Noviembre 2001
Mi relación como
editor con W.G.Sebald se podría definir como un vodevil marxista. Si
toda relación autor editor tiene algo de comedia de enredo con
elementos como amor, matrimonio, amantes, secretos de alcoba,
divorcio, herencias, broncas, reconciliación o muerte por arsénico,
en mi caso podría resumir el matrimonio editorial con el autor de
“Vértigo” con una síntesis un tanto irónica: casados durante
seis años por poderes pude hablar directamente con mi esposa solo
cuando esta se despedía camino de los brazos de Anagrama. Veamos.
En 1995, por medio
de Ana María de Luca, por entonces directora literaria de Círculo
de
Lectores, me
llegaron las primeras referencias sobre un nuevo autor alemán,
exigente
aunque poco
comercial, que podría interesar a la línea de Debate en la que en
aquellos momentos desempeñaba la Dirección Literaria. Efectuados
los pertinentes informes de lectura sobre aquel extraño libro, “Die
Ausgewnderten”, en el que llamaban la atención la presencia de
algunas fotos,
se firmó un
contrato a través de la agencia ACER y se encargó la traducción a
una persona que contaba con el apoyo directo del autor. La novela,
con el título de “Los emigrados” y una cubierta un tanto
espectral de la que me siento responsable, salió al mercado, con
discreta pero esforzada promoción vía publicidad directa, en el
otoño de 1996. Con más pena que gloria hasta que en el especial
“Babelia” de fin de año la escritora norteamericana Susan Sontag
decía que la única nove-
dad literaria
importante del año era la aparición de “Die Ausgewnderten” de
un tal W. G. Sebald (los traductores del artículo no se habían
enterado de que Debate ya había traducido y editado el libro). Casi
al tiempo críticos como Robert Saladrigas en “La Vanguardia” y
J.M.Guelbenzu en “ElPaís”reseñaron el l ibro muy positivamente.
Las masas de lectores no se precipitaron en las librerías reclamando
la obra, pero algo se movió el almacén .
Meses más tarde nos
fueron llegando quejas sobre la calidad de la traducción y
aprovechando la edición en Círculo se encargó una profunda
revisión a Sergio Pawlwosky y se reeditó de nuevo con nueva
cubierta. Se mandaron los correspondientes ejemplares al autor sin
que éste diera tipo alguno de acuse de recibo.
Un año más tarde,
En 1996, el autor ha cambiado de agente literario y los esponsales
con su nueva obra, “Los anillos de Saturno”, los celebramos bajo
la mirada del Superagente Andrew Wylie.
Más dinero, nuevos
traductores, más cláusulas restrictivas, pequeñas pegas, pero todo
dentro de lo normal. Al fin y al cabo el autor había asentado su
prestigio como autor revelación. Cuando un esposo o esposa empieza a
conocer el éxito o la fama es normal que la tentación de separarse
sobrevuele a la pareja, sobre todo si el padrino Agente tiene
vocación depredadora. Y lo esperable empezó a llegar. Negociar el
contrato de “Vértigo” adquirió aspectos kafkianos dejando
aparte el muy sustancial incremento del adelanto. Retrasos en el
envío de ejemplares, retraso en la devolución del contrato
contrafirmado. Lo que antes eran pegas ahora ya eran problemas. Se
les mandó la traducción, para cuya aceptación tenían un plazo de
respuesta de cinco semanas. Todo en tono impertinente e
imperialista. Lo típico: el marido adúltero que llega tarde y
encima se enfada para disimular.
Mientras pasaba ese
tiempo, el nuevo agente, conocido como El Chacal en los círculos
literarios, “muy amablemente”
nos pide que hagamos una oferta por “Austerlitz”, la nueva
novela de Sebald, y, hete aquí que, casualidades de la vida, uno se
entera de que al tiempo se lo está ofreciendo a otros editores, pues
“el autor quiere cambiar de editorial”. Te quiero amor dice el
amante de lengua de doble filo. Se hace de todas formas una nueva y
sustanciosa oferta por la nueva novela pero manteniendo la
impertinencia se nos comunica el rechazo porque la editorial no acaba
de gustarles: las portadas, las maquetaciones, las traducciones:
adiós amor, que te vaya bien.
Como uno entiende
que el matrimonio no tiene por qué ser para siempre pero no tiene
ganas de ser “el último en enterarse” decido dirigirme
directamente al autor –gracias a que alguien ajeno a la agencia
tuvo a bien facilitarme su dirección– y contarle el vodevil que se
estaba montando. Le señalo que, en mi caso al menos, no creo que
la relación editor autor sea una relación amorosa o matrimonial y
que en cualquier caso soy partidario del divorcio sea o no sea por
mutuo acuerdo. Pero - le escribo- lo que me parece mal es que si
alguien quiere divorciarse, pues desea cambiar de pareja, empiece a
pretextar defectos o conductas a fin de encontrar motivos más allá
del ya no te quiero– no me gusta como te peinas, no me gustan tus
zapatos, no me gustan tus traducciones. Vamos que vine a decirle que
además de cornudo, apaleado me parecía demasiado, recordándole
además que la primera traductora, alumna suya en Norwich, fue
justamente recomendada por él.
Y Sebald, apenas
una semana después, cortésmente, carta escrita a mano, preciosa
caligrafía, responde. Al fin la relación, aunque epistolar, es
directa y he podido hablar con mi pareja de baile. Siente mucho lo
sucedido, pero hay que entender que estas cosas pasan, que está muy
preocupado, muy agradecido y, en fin, que todo se acaba. De la
lectura se desprende una personalidad rigurosa y bien amueblada.
Aunque te dejen siempre agradece uno la educación y el que encima
no te echen la culpa. Lo que decía: lograr al menos hablar con tu
pareja cuando está a punto de dejarte. Vodevil marxista porque no
nos engañemos: “en última y primera instancia instancia” el
dinero manda. Pero mereció la pena. Seguiremos leyendo a W. G.
Sebald.
Publicado
en La Vanguardia 2 de Noviembre 2001
El
14 de diciembre de 2001 W. G. Sebald falleció en un accidente
automovilístico al chocar contra un camión.
do
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