Enrique Vila-Matas, 27-11-05.
Para sentir que este dietario a veces no es voluble, sino -en homenaje a un título de Félix de Azúa- el diario de un hombre humillado, me basta con acercarme a El año que tampoco hicimos la revolución, el libro que el Colectivo Todoazen acaba de publicar esta misma semana en Caballo de Troya, un sello de Random House Mondadori. "Esta novela ya estaba escrita, nos hemos limitado a editarla. La novela estaba ahí: en las páginas de la prensa diaria, en las secciones de economía y trabajo, semioculta muchas veces entre las cotizaciones de Bolsa o los datos del mundo financiero", explican en el prólogo, donde también nos dicen que El año que tampoco hicimos la revolución puede leerse como una novela de misterio, pues plantea el enigma de cómo una sociedad soporta sin apenas revueltas el escándalo social de las cifras.
La lectura del libro y su análisis del ruido del universo político y financiero te deja abrumado, más humillado que cuando comenzaste a leerlo. De vez en cuando alguna nota de humor involuntaria, como cuando hablan de los gastos de protocolo y dietas de Artur Mas durante el último año como conseller en cap del Gobierno de la Generalitat. Los gastos de esa época en la que competía con Maragall para la presidencia de la Generalitat superaron con creces lo presupuestado. Lo denunció el republicano Huguet, que subrayó como dato relevante el capítulo de imagen: Artur Mas se gastó 74.155 euros en fotografías. Esta novela del Colectivo Todoazen sobrecoge, tiene capítulos -el dedicado al Carmel, por ejemplo- pura y simplemente espeluznantes; son noticias que leemos distraídamente todos los días y que tienen algo de la carta robada de Poe; están ahí encima de nuestra mesa y, por estar tan a la vista, muchas veces pasan inadvertidas. Pero todas esas noticias juntas constituyen un relato de terror capitalista puro y duro.
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