lunes, 11 de mayo de 2015

UNA NOVELA LENINISTA (1)





UNA NOVELA LENINISTA (1)

CAMPESINOS. Joaquín Arderíus. Editorial Gorki. Madrid 2012.


1- Hablar de una novela.

¿En qué consiste hablar de una novela? ¿Qué hay que hacer cuando se escribe en una de una novela que se ha leído? ¿Qué es lo que no se puede hacer en una situación semejante? ¿Qué es lo más conveniente y qué es lo menos conveniente? ¿Lo más y lo menos conveniente para qué o para quién? ¿Por qué o para qué hablar de una novela? Supongo que el acto de escribir sobre una novela que se ha leído en una revista cultural concreta incorpora una respuesta, implícita al menos, a todas y cada una de estas preguntas. El propio contexto comunicativo: lugar de su aparición, circunstancias de edición, paratextos que lo acompañen, etc.. permite responder adecuadamente a algunas de ellas y las otras deberían poder ser concluidas cuando el lector o lectora a partir de su lectura deduzcan si el autor al escribir su comentario se ha sentido legitimado para hacerlo por su condición de estudioso o entendedor de la historia de la literatura española, por sus especiales saberes sobre la narrativa revolucionaria en castellano del siglo XX , por su interés hacia la historia de los movimientos revolucionarios en la España rural vista a través de las representaciones literarias que recogen episodios significativos al respecto, o por cualesquiera otra causa. De la propia lectura se desprenderán los apoyos retóricos e intelectuales sobre los que el comentarista sustenta sus credenciales o los rangos que le han podido dar vela en este entierro y así mismo, por aquello de las teorías de la recepción y el lector implícito, podrá constatarse a quién o quiénes dirige sus palabras y si de ellos reclama reconocimiento profesional, aplauso, asentimiento, beneficios simbólicos o disposición para llevar a cabo algún gesto o tipo de acción social, civil, político o cultural. Todo movimiento nos delata, escribió Montaigne y escribir es un gesto, un movimiento.
La lectura de una novela como Campesinos exige desde mi punto de vista, en un grado muy superior a lo usual, que estas preguntas se planteen y se respondan de la manera más transparente posible. Diría incluso, que su “específidad” como novela reside en que sin atender a esas “instrucciones de lectura” que forman parte de su constitución narrativa su lectura hoy no sería una lectura real y completa, es decir, viva, es decir, válida, es decir, con sentido y sí un mero desciframiento arqueológico limitado inevitablemente a dar cuenta de las técnicas, estilemas y materiales semánticos o narrativos que en ella pueden detectarse.
Campesinos es una novela que obliga, al menos a quien esto suscribe, a replantearse el qué hacer de la crítica.

2.- Familias narrativas
Parece conveniente empezar estas reflexiones sobre esta novela de Joaquín Arderíus Fortún (Lorca, Murcia 1881- Mexico 1969) tratando de situarla dentro de la familia narrativa correspondiente y señalar al respecto que, dentro de la llamada “novela social” o del “nuevo realismo” que surge en la España que se encamina hacia la proclamación de la II República y aunque se ajusta en buena parte a esos “apellidos narrativos”, ocupa un lugar con especial relieve pues, si bien la mayoría de las obras que se cobijan bajo este rótulo transcurren en un escenario urbano e industrial y tienen en obreros y empleados urbanos sus protagonistas y personajes principales, en Campesinos (1931), como el propio título avisa, la acción narrativa se centra en aquellos conflictos sociales que tienen lugar en el espacio agrario prosiguiendo una línea de parentesco argumental que se remonta en la narrativa en lengua castellana al menos hasta La bodega de Blasco Ibáñez y en la que se integran también desde novelas como Los ricos contra los pobres (1933) de Cesar M. Arconada o Viaje a la aldea del crimen (1934), de Sender, subtitulada Documental de Casas Viejas, hasta títulos más contemporáneos como La mina de Armando López Salinas, Dos días de Septiembre de Caballero Bonald o El sueño de la libertad (i981) de Felipe Alcaráz. Así pues y atendiendo a un punto de vista más temático y al escenario rural en el que transcurre, la novela de Arderíus se integra plenamente en esa constelación narrativa que José Calvo González ha estudiado en su espléndido trabajo sobre Medio rural y Justicia (Literatura social-reformista en España, 1914-1925) 1y a cuya excelencia me remito.
Siguiendo otra posible rama de su genealogía literaria cabría también tratar de ubicar Campesinos dentro de algunas de las grandes tendencias estéticas que aparecen en la literatura producida en España durante los años inmediatamente previos al estallido de la guerra civil, y para ello nada mejor que detectar y cuantificar rasgos formales correspondientes al realismo, al naturalismo, al modernismo, al surrealismo, al neopopulismo gongorino o a cualquier otro ismo que corresponda. Sería entonces el momento de llamar la atención sobre la estructura dialogada de la novela con descripciones que recuerdan los apuntes teatrales de valle o sobre el gusto del autor por la imaginería de corte vanguardista con que salpica las descripciones del escenario: “la luna alumbraba el campo, y el paisaje parecía tapizado de papel de chocolate”, “La luna, en el cenit, redonda, como una hélice de níquel girando vertiginosa en el centro del mar, rociaba de luz la tierra”, “los montes sombríos, con sus cumbres metidas en conteras de nieve, semejantes a ubres que se les saliera por los pezones la leche.”, “Ella iba viendo en su alucinación de borracha un ovillo de lana amarilla que rodaba por el suelo tirado de una hebra que iba atada a una mano. Esta mano caminaba palma a palmo, como midiendo a la tierra.” y a partir de tal repertorio etiquetar la estructura de posibles influencias – Huidobro, Lorca, Alberti, Mariátegui, Arconada, Valle-Inclán – que delimitarían estéticamente los recursos retóricos que el autor tiene a su alcance2. Cabría, decíamos, hacerlo, pero, de hacerlo ¿no estaríamos cayendo en esa arqueologización de la literatura de la que se habló antes? ¿no estaríamos de este modo contestando a las preguntas con que hemos abierto este comentario desde una posición de interés prioritariamente académico, parauniversitario o meramente letrado? ¿no estaríamos por tanto corriendo el riesgo de estar negando o neutralizando aquello que la novela, como artefacto narrativo que es, trata de decir? ¿No sería más adecuado utilizar acercamiento menos “literarios” para intentar hablar de aquello de lo que novela parece querer hablarnos? Por algunos de esos posibles caminos alternativos trataremos de avanzar.

3.- La novela como argumento.

Desde el entendimiento de la narrativa como forma de dar a conocer aquello que solo a través de una narración se puede contar, Campesinos se nos ofrece como una especie de retablo por el que cruzan y se entrecruzan las míseras y explotadas existencias de jornaleros y pequeños arrendatarios rurales en la España de los años treinta al poco tiempo de la proclamación de la II República, representándose a través de unas pocas escenas y episodios la gestación y desarrollo de un levantamiento popular revolucionario. Como toda estructura narrativa la novela de Arderíus se edifica a partir de una voz que nos convoca a su alrededor (de uno en uno en caso de la habitual lectura individual y silenciosa, de muchos en muchos aunque dispersos a través de la edición impresa y publicada) a fin de que participemos en la comprensión de la experiencia humana que la narración desarrolla a lo largo de la novela. Se trata, como veremos con más detalle, de que “asistamos” como testigos a la historia de un levantamiento revolucionario. Para el logro de tal objetivo la novela desarrolla una estrategia narrativa propia – en clave de composición teatral- basada en una presentación que se quiere objetiva, en lo posible, de aquellos hechos y aconteceres que al entramarse siguiendo un orden cronológico - con saltos y elipsis temporales- van a dar lugar a un desenvolvimiento argumental marcado por la intervención en el desarrollo de los acontecimientos que se narran– y esta sería nuestra hipótesis- de una praxis revolucionaria concreta que trataremos de identificar analizando su entramado argumental a partir de un entendimiento del género novela, aun sin ánimo programático alguno, como aquel texto de moderada o amplia extensión en el que se plantea, argumenta y desarrolla en tiempo y lugar un conflicto de interés humano. En función de dicho enunciado, que asumimos como punto de partida3, entenderemos por argumento aquello que en la novela, en relación a las partes en conflicto, se argumenta a través de los recursos que le son propios: narrador, personajes, sintaxis narrativa, escenario, espacio temporal, etc.. y por “entramado” (lo que se está tramando) la secuencia y ritmo de las argumentaciones. Dado que el entramado argumental es el ingrediente narrativo sobre el que vamos a apoyarnos para tratar de dilucidar el “decir” de la novela, “aquello que la novela cuenta a través de lo que cuenta”, procederemos a continuación a presentar un resumen amplio de su esquema argumental.

4.-Los argumentos de la novela.

-Luisa, mujer feliz y de costumbres libres, regenta un ventorrillo en medio del campo donde convive idílicamente4, sin problemas y sin ocultamiento con Alonso, su marido, auxiliar del cobrador de impuestos, con su amante Falfana, el jefe de Alfonso y con su también amante José, campesino que le ayuda en los trabajos de la venta. Con cada uno de ellos ha concebido un hijo. Odia a los curas, a los caciques y al Rey, proclama su alegría por la reciente llegada de la república y la seducen los toreros y más los oradores republicanos: “Por el orador perdía los vientos Luisa. El Hombre, junto a las candilejas de un escenario, apostrofando a los expoliadores, defendiendo al desamparado pueblo, con voz de trueno y ademán apocalíptico, radiante de talento, constituía para Luisa el Hombre arquetipo. Nada para ella como el orador político.”
- Falfana y Alfonso salen de la venta para iniciar el obligado periplo por la comarca para la recaudación de las contribuciones en momentos de crisis económica general y de extrema penuria entre los jornaleros y pequeños arrendatarios de la zona. Antes de partir Alfonso se manifiesta como un individualista radical para el que la vida de cada uno depende de su inteligencia y cada uno se labra su propia existencia: “Todo va en la inteligencia de los hombres. Ni que nazcas con.. más intereses ni nazcas con menos” mientras que Falfana hace gala de su función “depredadora” “Todos los intereses que tengo los he sacado del pulmón de los hombres” y de su desprecio hacia los campesinos: “La gente de la tierra es cobarde como conejos”
- Blas, un pequeño arrendatario y jornalero que acaba de ser “víctima” de los recaudadores, despotrica de los gobiernos delante de su mujer e hijos: “ ¡Pero todo el que tú veas que come sin trabajar es el Gobierno! ¡Te vas a meter tú con el Gobierno, mujer! ¡Lo que bregues, pierdes! ¡Cuánto más tratas de defenderte, más te joden ¡Todo te lo tienes que ir reconcomiendo con la sangre!”, hasta que cogiendo un cuchillo sale en busca de Falfana.
- Alrededor de la almazara se reúnen varios campesinos que se quejan amargamente de la extrema pobreza que padecen sin que el gobierno de la Repùblica haga nada para mejorar su situación. Se hace presente la sensación de fatalismo:
- ¿No ves que con la república son también los señoritos los que mandan? Todos son uno. Los señoritos son los enemigos del pobre.
- Pero esa es la ley de dios. Eso ha sido siempre mientras se fundó el mundo, y será mientras haya árboles vivos agarrados a la tierra, tío Glas”
Interviene entonces desmintiendo este fatalismo Venancio, obrero emigrante en Francia que está de paso y que identifica como proletario, palabra cuyo significado explica a los que lo rodean – “Proletario es el que no tiene otros bienes para comer nada más que sus brazos.”- y les cuenta que si ellos quisieran podrían ser, como ya pasa en Rusia, los amos de todo y del gobierno. Aparece Blas preguntando por Falfana, tratan de calmarlo pero no lo consiguen y Blas sale de nuevo en busca del recaudador.
- Venancio, el proletario, sale detrás de Blas, charla con él y le va explicando que aunque piense que nada se puede cambiar, podrían no existir los amos, que se podría trabajar sin patronos y que si los pobres se unen podrían acabar con los amos y que la rabia y el coraje que siente debe emplearlo en beneficio de todos los que son como él y que para eso debería unirse al partido de los trabajadores y luchar para que otros también se unan a los trabajadores que no quieran amos. Blas se muestra escéptico - Ese es un cuento que está mu bien , Pero..” , “ Todos los partidos no sirven más que para sacarte el voto y la piel” “ ya estás viendo.. han barrido.. a cañonazos, a los hombres en medio de las calles” cuando Venancio le va contando que quitarle la propiedad a los amos es posible y le explique cómo podría llevarse a cabo con éxito:-
- Los pobres son de los señores porque ellos dejan que sean sus amos- ¡No los dejes y verás!
- Si tú solo, o con unos cuantos hombres más, os levantáis contra los amos, claro que os harán añicos. Como sucede con frecuencia ¡Pero por algo se empieza!

- Días más tarde Blas se junta de nuevo con Venancio en casa de Gas el tío de este y se siente avergonzado por no encontrar trabajo y culpable por aguantar la situación sin levantarse aunque ya está hablando con los campesinos de la comarca. Blas dice adiós a Venancio y se encuentra con el tío Yesca que se queja de los impuestos y de la miseria que sufre pero con resignación. Blas empieza a explicarla - propagando así las enseñanzas que recibió de Venancio- que la miseria de los pobres no es algo inevitable. El tío Yesca recela
  • Aguantar mientras alientes. ¡El sino del pobre es ése!
  • Eso es lo que nos pierde a nosotros: no saber nada más que decir que no hay otro camino nada más que aguantarse
pero escucha como Blas habla de la necesidad de estar unidos y utilizar su talento y su hambre y finalmente le da la razón y le dice que cuente con él y con su navaja cuando haya que unirse y hacer algo.

- Semanas más tarde avisan al tío Yesca de que a tiene que ir a recoger a su mujer que estaba trabajando como empleada de servicio en un prostíbulo de la ciudad cabecera de la comarca que acaban de cerrar, quedándose así los dos ancianos sin ingresos económicos alguno. Camino de la ciudad se detiene en el ventorrillo de Luisa y discute con ella hablando mal de la Republica y haciéndole ver las injusticias que cometen su esposo y Falfana y de las que ella se beneficia
  • No diga usted eso, la república es muy hermosa….
  • ¡Buena cuadrilla de señoritos! ¡No va a haber ramas en los árboles de toda España para colgar señoritos de esos el día que empiecen a hacer justicia los pobres!
  • Que tengan cuidado los pobres… y se estén quietos, no vayan a ser las ramas para ellos.
  • Mira: ya han empezado. A lo visto por ahí, por esas provincias, está matando a los pobres como chinches. ¡Pero ya nos tocará la nuestra! Por muchos que maten, siempre quedan pobres. Los pobres son como la retama, cuando más arrancas más nace.
  • ¿Es usted también de los que están revolucionando el campo? ¿De esos que llaman comunistas?
El tío Yesca sale del ventorrillo, prosigue su camino, recoge a su mujer en la ciudad. En el viaje de vuelta se detienen para descansar en el ventorrillo donde están celebrando los carnavales con disfraces relacionados con la República. Los emborrachan y humillan y el tío Yesca amenaza a Falfana con el levantamiento que está organizando Blas. Los echan de la venta y prosiguen su viaje en medio de la noche; la mujer agotada al cruzar una rambla cae al agua, se enfría y al poco muere aterida.

- Blas es citado en el Cuartel de la Guardia Civil. El sargento le hace ver que sabe que está “hecho un comunista” y que está revolucionando a la gente inútilmente: “…no véis que no conseguís nada más que nosotros os sentemos las manos para afianzar el orden”. Luego lo humilla obligándole a arrastrarse a cuatro patas como un perro. Blas vuelve a su casa, y por el camino estalla lleno de rabia e impotencia. En casa lo esperan sus amigos y vecinos revuele la rabia que siente y el espectáculo de sus hijos con hambre piensa en ir a robar al tendero.
de la aldea.
- Los vecinos que se había reunido en casa de Blas vuelven juntos y comentan lo insoportable que está resultando la crisis, la actitud miserable de los patrones, la necesidad de que la tierra sea de todos y las noticias que les llegan de que se están produciendo levantamientos en muchos lugares de España que reprime la Guardia Civil.
  • Pues por esos pueblos se está moviendo mucho la gente. ¿No habéis oído que dicen los periódicos que se han levantado los hombres del campo y se han apoderado de muchos pueblos?
  • Si, Pero enseguida llega la Guardia Civil y los barre a tiros. Y las casas las vuela a cañonazos.
  • Algún día no habrá guardias civiles bastantes para pegar tiros en todos los pueblos.
Mientras hablan se encuentran con Romualdo un jornalero que vive cerca de los pantanos y que lleva envuelta en una manta el cadáver de su mujer para enterrarla a escondidas porque no tiene dinero ni para un ataúd. La situación hace crecer su indignación.
-Pasa el verano y las cosechas es muy escasa y encima los amos han rebajado los jornales y han preferido echar a perder las cosechas antes que subirlos. Hay hambre y ánimos de hacer algo para acabar con la situación pero no saben qué hacer. No ven claro levantarse: “Por los periódicos, se enteraban que en algunos pueblos de España se levantaban masas de campesinos y se apoderaban de ellos. Pero que luego era barridos por la Guardia civil, a fuerza de huracanes de balas de mauser.
¿Veis?-interrogaba alguno después de leer estas noticias-. No nos podemos estremecer. ¡Nos harían tierra, como a esos!
-Los jornaleros empiezan a mantener relaciones con los obreros de los pueblos y de la ciudad que comienzan a organizarse y a crear conflictos y oyen sus proclamas: “Y cuando pedimos pan nos contestan con las bocas de los fusiles ¡Hasta que el mundo no sea de los que pasan hambre! ¡No hay más que luchar por un Gobierno obrero y campesino, como en Rusia!”

-El día de San Miguel la mayoría de los pequeños arrendatarios van a la ciudad y se ponen de acuerdo para decir a los amos que no van a poder pagar las rentas anuales. Un grupo de ellos, donde va el tío Gas, discute y se enfrenta con uno de los pocos arrendatarios a los las cosas les han ido menos mal, está dispuesto a pagar las rentas, los acusa de poco trabajadores, de pensar que las cosas se pueden cambiar y de soñar con un gobierno como en Rusia donde todavía es peor porque ahora mandan unas partidas de bandoleros: “ ¿Buena cosa íbamos a tener en España si vinera aquello! Pero aquello no vendrá porque hay buenos hombres y muy honrados que se encargaran de que no venga ¡Pero si allí apenas que nacen los hijos los tiran a la inclusa! Todos los hombres se acuestan con todas las mujeres ¡Hasta con las doncellas! Discuten con él pero finalmente pasan a la acción quitándole el dinero que lleva para pagar las rentas y lo amenazan en caso de que los denuncie.

- En casa de uno de los terratenientes más poderosos y cuando este tarda en recibirlos estallan las protestas, el propietario llama a la Guardia Civil y se produce un primer enfrentamiento violento. Por unos momentos los obreros y campesinos dudan sobre qué actitud tomar. Un comunista toma la palabra y llama a la acción revolucionario mientras otros obreros rechazan las proclamas pero son acallados:
-¡Si queremos nosotros, el pueblo es nuestro y los trabajadores de Garzas le habremos dado un gran impulso a la Revolución social España! ¿Estáis dispuestos a que sea nuestro el pueblo?
-¡Siiii!
-¡No dejarse vencer por nadie! ¡Coged las armas de donde estén y al Ayuntamiento a tomarlo y a constituir nuestro Consejo de obreros y campesinos! ¡El pueblo será nuestro!
En el ayuntamiento el tío Yesca cuelga del balcón una bandera roja. En ese momento ve llegar una fuerte tropa de guardias civiles y da el aviso: - Diles a esos, que están en la sala, que acaban de llegar los padres de la república, para barrernos!


1 José Calvo González. Medio rural y Justicia (Literatura social-reformista en España, 1914-1925). Direito Natural, Justiça e Política (IIº Coloquio del Instituto Jurídico Interdisciplinar. Faculdade de Direito da Universidade do Porto), Coimbra Editora, Coimbra, 2005, vol. I, pp. 37-86). jcalvo@uma.es
2 Domingo Ródenas, citando La marcha al pueblo en las letras españolas, 1917-1936, Madrid, Ediciones de la Torre, 1980 de Victor Fuentes señala como en la narrativa política de avanzada “podrían espigarse otras concomitancias técnicas y estilísticas con la narrativa de la subversión estética. Sin ir muy lejos, el recurso a la greguería para esmaltar el texto.” Domingo Ródenas Moya. Entre el hombre y la muchedumbre: la narrativa de los años treinta, Cuadernos Hispanoaméricanos nº 647. Mayo 2004.
3 Dicha definición se presenta como simple a priori metodológico sin ánimo exhaustivo o de obligado asentimiento.
4 En nuestra opinión, y no solo por las concomitancias presentes en el arranque de la acción, cabe pensar que en la novela se ofrece una posible contralectura irónica de El sombrero de tres picos de José Antonio de Alarcón como novela prototípica de la mirada costumbrista y folklórica de la burguesía del XIX sobre el espacio rural.

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