UNA
NOVELA LENINISTA (1)
CAMPESINOS.
Joaquín Arderíus. Editorial Gorki. Madrid 2012.
1-
Hablar de una novela.
¿En
qué consiste hablar de una novela? ¿Qué hay que hacer cuando se
escribe en una de una novela que se ha leído? ¿Qué es lo que no se
puede hacer en una situación semejante? ¿Qué es lo más
conveniente y qué es lo menos conveniente? ¿Lo más y lo menos
conveniente para qué o para quién? ¿Por qué o para qué hablar de
una novela? Supongo que el acto de escribir sobre una novela que se
ha leído en una revista cultural concreta incorpora una respuesta,
implícita al menos, a todas y cada una de estas preguntas. El propio
contexto comunicativo: lugar de su aparición, circunstancias de
edición, paratextos que lo acompañen, etc.. permite responder
adecuadamente a algunas de ellas y las otras deberían poder ser
concluidas cuando el lector o lectora a partir de su lectura
deduzcan si el autor al escribir su comentario se ha sentido
legitimado para hacerlo por su condición de estudioso o entendedor
de la historia de la literatura española, por sus especiales saberes
sobre la narrativa revolucionaria en castellano del siglo XX , por su
interés hacia la historia de los movimientos revolucionarios en la
España rural vista a través de las representaciones literarias que
recogen episodios significativos al respecto, o por cualesquiera otra
causa. De la propia lectura se desprenderán los apoyos retóricos e
intelectuales sobre los que el comentarista sustenta sus credenciales
o los rangos que le han podido dar vela en este entierro y así
mismo, por aquello de las teorías de la recepción y el lector
implícito, podrá constatarse a quién o quiénes dirige sus
palabras y si de ellos reclama reconocimiento profesional, aplauso,
asentimiento, beneficios simbólicos o disposición para llevar a
cabo algún gesto o tipo de acción social, civil, político o
cultural. Todo movimiento nos delata, escribió Montaigne y escribir
es un gesto, un movimiento.
La
lectura de una novela como Campesinos exige desde mi punto de
vista, en un grado muy superior a lo usual, que estas preguntas se
planteen y se respondan de la manera más transparente posible. Diría
incluso, que su “específidad” como novela reside en que sin
atender a esas “instrucciones de lectura” que forman parte de su
constitución narrativa su lectura hoy no sería una lectura real y
completa, es decir, viva, es decir, válida, es decir, con sentido y
sí un mero desciframiento arqueológico limitado inevitablemente a
dar cuenta de las técnicas, estilemas y materiales semánticos o
narrativos que en ella pueden detectarse.
Campesinos es una novela que
obliga, al menos a quien esto suscribe, a replantearse el qué hacer
de la crítica.
2.-
Familias narrativas
Parece
conveniente empezar estas reflexiones sobre esta novela de Joaquín
Arderíus Fortún (Lorca, Murcia 1881- Mexico 1969) tratando de
situarla dentro de la familia narrativa correspondiente y señalar al
respecto que, dentro de la llamada “novela social” o del “nuevo
realismo” que surge en la España que se encamina hacia la
proclamación de la II República y aunque se ajusta en buena parte a
esos “apellidos narrativos”, ocupa un lugar con especial relieve
pues, si bien la mayoría de las obras que se cobijan bajo este
rótulo transcurren en un escenario urbano e industrial y tienen en
obreros y empleados urbanos sus protagonistas y personajes
principales, en Campesinos
(1931), como el propio título avisa, la acción narrativa se centra
en aquellos conflictos sociales que tienen lugar en el espacio
agrario prosiguiendo una línea de parentesco argumental que se
remonta en la narrativa en lengua castellana al menos hasta La
bodega de Blasco Ibáñez y
en la que se integran también desde novelas como Los
ricos contra los pobres
(1933) de Cesar M. Arconada o Viaje
a la aldea del crimen (1934),
de Sender, subtitulada Documental
de Casas Viejas, hasta
títulos más contemporáneos como La
mina de Armando López
Salinas, Dos días de
Septiembre de Caballero
Bonald o El sueño de la
libertad (i981) de Felipe
Alcaráz. Así
pues y atendiendo a un punto de vista más temático y al escenario
rural en el que transcurre, la novela de Arderíus se integra
plenamente en esa constelación narrativa que José Calvo González
ha estudiado en su espléndido trabajo sobre Medio
rural y Justicia (Literatura social-reformista en España, 1914-1925)
1y
a cuya excelencia me remito.
Siguiendo
otra posible rama de su genealogía literaria cabría también tratar
de ubicar Campesinos
dentro de algunas de las grandes tendencias estéticas que aparecen
en la literatura producida en España durante los años
inmediatamente previos al estallido de la guerra civil, y para ello
nada mejor que detectar y cuantificar rasgos formales
correspondientes al realismo, al naturalismo, al modernismo, al
surrealismo, al neopopulismo gongorino o a cualquier otro ismo que
corresponda. Sería entonces el momento de llamar la atención sobre
la estructura dialogada de la novela con descripciones que recuerdan
los apuntes teatrales de valle o sobre el gusto del autor por la
imaginería de corte vanguardista con que salpica las descripciones
del escenario: “la luna
alumbraba el campo, y el paisaje parecía tapizado de papel de
chocolate”, “La luna, en el cenit, redonda, como una hélice de
níquel girando vertiginosa en el centro del mar, rociaba de luz la
tierra”, “los montes sombríos, con sus cumbres metidas en
conteras de nieve, semejantes a ubres que se les saliera por los
pezones la leche.”, “Ella iba viendo en su alucinación de
borracha un ovillo de lana amarilla que rodaba por el suelo tirado de
una hebra que iba atada a una mano. Esta mano caminaba palma a palmo,
como midiendo a la tierra.”
y a partir de tal repertorio etiquetar la estructura de posibles
influencias – Huidobro, Lorca, Alberti, Mariátegui, Arconada,
Valle-Inclán – que delimitarían estéticamente los recursos
retóricos que el autor tiene a su alcance2.
Cabría, decíamos, hacerlo, pero, de hacerlo ¿no estaríamos
cayendo en esa arqueologización de la literatura de la que se habló
antes? ¿no estaríamos de este modo contestando a las preguntas
con que hemos abierto este comentario desde una posición de interés
prioritariamente académico, parauniversitario o meramente letrado?
¿no estaríamos por tanto corriendo el riesgo de estar negando o
neutralizando aquello que la novela, como artefacto narrativo que es,
trata de decir? ¿No sería más adecuado utilizar acercamiento menos
“literarios” para intentar hablar de aquello de lo que novela
parece querer hablarnos? Por algunos de esos posibles caminos
alternativos trataremos de avanzar.
3.-
La novela como argumento.
Desde el entendimiento de la narrativa
como forma de dar a conocer aquello que solo a través de una
narración se puede contar,
Campesinos se nos ofrece como
una especie de retablo por el que cruzan y se entrecruzan las míseras
y explotadas existencias de jornaleros y pequeños arrendatarios
rurales en la España de los años treinta al poco tiempo de la
proclamación de la II República, representándose a través de
unas pocas escenas y episodios la gestación y desarrollo de un
levantamiento popular revolucionario. Como toda estructura narrativa
la novela de Arderíus se edifica a partir de una voz que nos convoca
a su alrededor (de uno en uno en caso de la habitual lectura
individual y silenciosa, de muchos en muchos aunque dispersos a
través de la edición impresa y publicada) a fin de que participemos
en la comprensión de la experiencia humana que la narración
desarrolla a lo largo de la novela. Se trata, como veremos con más
detalle, de que “asistamos” como testigos a la historia de un
levantamiento revolucionario. Para el logro de tal objetivo la novela
desarrolla una estrategia narrativa propia – en clave de
composición teatral- basada en una presentación que se quiere
objetiva, en lo posible, de aquellos hechos y aconteceres que al
entramarse siguiendo un orden cronológico - con saltos y elipsis
temporales- van a dar lugar a un desenvolvimiento argumental marcado
por la intervención en el desarrollo de los acontecimientos que se
narran– y esta sería nuestra hipótesis- de una praxis
revolucionaria concreta que trataremos de identificar analizando su
entramado argumental a partir de un entendimiento del género novela,
aun sin ánimo programático alguno, como aquel texto de moderada o
amplia extensión en el que se plantea, argumenta y desarrolla en
tiempo y lugar un conflicto de interés humano. En función de dicho
enunciado, que asumimos como punto de partida3,
entenderemos por argumento aquello que en la novela, en relación a
las partes en conflicto, se argumenta a través de los recursos que
le son propios: narrador, personajes, sintaxis narrativa, escenario,
espacio temporal, etc.. y por “entramado” (lo que se está
tramando) la secuencia y ritmo de las argumentaciones. Dado que el
entramado argumental es el ingrediente narrativo sobre el que vamos a
apoyarnos para tratar de dilucidar el “decir” de la novela,
“aquello que la novela cuenta a través de lo que cuenta”,
procederemos a continuación a presentar un resumen amplio de su esquema
argumental.
4.-Los
argumentos de la novela.
-Luisa,
mujer feliz y de costumbres libres, regenta un ventorrillo en
medio del campo donde convive idílicamente4,
sin problemas y sin ocultamiento con Alonso, su marido, auxiliar del
cobrador de impuestos, con su amante Falfana, el jefe de Alfonso y
con su también amante José, campesino que le ayuda en los trabajos
de la venta. Con cada uno de ellos ha concebido un hijo. Odia a los
curas, a los caciques y al Rey, proclama su alegría por la reciente
llegada de la república y la seducen los toreros y más los oradores
republicanos: “Por el orador perdía los vientos Luisa. El
Hombre, junto a las candilejas de un escenario, apostrofando a los
expoliadores, defendiendo al desamparado pueblo, con voz de trueno y
ademán apocalíptico, radiante de talento, constituía para Luisa
el Hombre arquetipo. Nada para ella como el orador político.”
-
Falfana y Alfonso salen de la venta para iniciar el obligado periplo
por la comarca para la recaudación de las contribuciones en momentos
de crisis económica general y de extrema penuria entre los
jornaleros y pequeños arrendatarios de la zona. Antes de partir
Alfonso se manifiesta como un individualista radical para el que la
vida de cada uno depende de su inteligencia y cada uno se labra su
propia existencia: “Todo va en la inteligencia de los hombres.
Ni que nazcas con.. más intereses ni nazcas con menos”
mientras que Falfana hace gala de su función “depredadora”
“Todos los intereses que tengo los he sacado del pulmón de los
hombres” y de su desprecio hacia los campesinos: “La gente
de la tierra es cobarde como conejos”
-
Blas, un pequeño arrendatario y jornalero que acaba de ser “víctima”
de los recaudadores, despotrica de los gobiernos delante de su mujer
e hijos: “ ¡Pero todo el que tú veas que come sin trabajar es
el Gobierno! ¡Te vas a meter tú con el Gobierno, mujer! ¡Lo que
bregues, pierdes! ¡Cuánto más tratas de defenderte, más te joden
¡Todo te lo tienes que ir reconcomiendo con la sangre!”, hasta
que cogiendo un cuchillo sale en busca de Falfana.
-
Alrededor de la almazara se reúnen varios campesinos que se quejan
amargamente de la extrema pobreza que padecen sin que el gobierno de
la Repùblica haga nada para mejorar su situación. Se hace presente
la sensación de fatalismo:
-
¿No ves que con la república son también los señoritos los que
mandan? Todos son uno. Los señoritos son los enemigos del pobre.
-
Pero esa es la ley de dios. Eso ha sido siempre mientras se fundó el
mundo, y será mientras haya árboles vivos agarrados a la tierra,
tío Glas”
Interviene
entonces desmintiendo este fatalismo Venancio, obrero emigrante en
Francia que está de paso y que identifica como proletario, palabra
cuyo significado explica a los que lo rodean – “Proletario es
el que no tiene otros bienes para comer nada más que sus brazos.”-
y les cuenta que si ellos quisieran podrían ser, como ya pasa en
Rusia, los amos de todo y del gobierno. Aparece Blas preguntando por
Falfana, tratan de calmarlo pero no lo consiguen y Blas sale de nuevo
en busca del recaudador.
-
Venancio, el proletario, sale detrás de Blas, charla con él y le va
explicando que aunque piense que nada se puede cambiar, podrían no
existir los amos, que se podría trabajar sin patronos y que si los
pobres se unen podrían acabar con los amos y que la rabia y el
coraje que siente debe emplearlo en beneficio de todos los que son
como él y que para eso debería unirse al partido de los
trabajadores y luchar para que otros también se unan a los
trabajadores que no quieran amos. Blas se muestra escéptico -
Ese es un cuento que está mu bien , Pero..” , “ Todos los
partidos no sirven más que para sacarte el voto y la piel” “ ya
estás viendo.. han barrido.. a cañonazos, a los hombres en medio de
las calles” cuando Venancio le va contando que quitarle la
propiedad a los amos es posible y le explique cómo podría llevarse
a cabo con éxito:-
-
Los pobres son de los señores porque ellos dejan que sean sus amos-
¡No los dejes y verás!
-
Si tú solo, o con unos cuantos hombres más, os levantáis contra
los amos, claro que os harán añicos. Como sucede con frecuencia
¡Pero por algo se empieza!
-
Días más tarde Blas se junta de nuevo con Venancio en casa de Gas
el tío de este y se siente avergonzado por no encontrar trabajo y
culpable por aguantar la situación sin levantarse aunque ya está
hablando con los campesinos de la comarca. Blas dice adiós a
Venancio y se encuentra con el tío Yesca que se queja de los
impuestos y de la miseria que sufre pero con resignación. Blas
empieza a explicarla - propagando así las enseñanzas que recibió
de Venancio- que la miseria de los pobres no es algo inevitable. El
tío Yesca recela
- … Aguantar mientras alientes. ¡El sino del pobre es ése!
- Eso es lo que nos pierde a nosotros: no saber nada más que decir que no hay otro camino nada más que aguantarse
pero
escucha como Blas habla de la necesidad de estar unidos y utilizar
su talento y su hambre y finalmente le da la razón y le dice que
cuente con él y con su navaja cuando haya que unirse y hacer algo.
-
Semanas más tarde avisan al tío Yesca de que a tiene que ir a
recoger a su mujer que estaba trabajando como empleada de servicio en
un prostíbulo de la ciudad cabecera de la comarca que acaban de
cerrar, quedándose así los dos ancianos sin ingresos económicos
alguno. Camino de la ciudad se detiene en el ventorrillo de Luisa y
discute con ella hablando mal de la Republica y haciéndole ver las
injusticias que cometen su esposo y Falfana y de las que ella se
beneficia
- No diga usted eso, la república es muy hermosa….
- ¡Buena cuadrilla de señoritos! ¡No va a haber ramas en los árboles de toda España para colgar señoritos de esos el día que empiecen a hacer justicia los pobres!
- Que tengan cuidado los pobres… y se estén quietos, no vayan a ser las ramas para ellos.
- Mira: ya han empezado. A lo visto por ahí, por esas provincias, está matando a los pobres como chinches. ¡Pero ya nos tocará la nuestra! Por muchos que maten, siempre quedan pobres. Los pobres son como la retama, cuando más arrancas más nace.
- ¿Es usted también de los que están revolucionando el campo? ¿De esos que llaman comunistas?
El
tío Yesca sale del ventorrillo, prosigue su camino, recoge a su
mujer en la ciudad. En el viaje de vuelta se detienen para descansar
en el ventorrillo donde están celebrando los carnavales con
disfraces relacionados con la República. Los emborrachan y humillan
y el tío Yesca amenaza a Falfana con el levantamiento que está
organizando Blas. Los echan de la venta y prosiguen su viaje en medio
de la noche; la mujer agotada al cruzar una rambla cae al agua, se
enfría y al poco muere aterida.
-
Blas es citado en el Cuartel de la Guardia Civil. El sargento le
hace ver que sabe que está “hecho un comunista” y que
está revolucionando a la gente inútilmente: “…no véis que
no conseguís nada más que nosotros os sentemos las manos para
afianzar el orden”. Luego lo humilla obligándole a arrastrarse
a cuatro patas como un perro. Blas vuelve a su casa, y por el camino
estalla lleno de rabia e impotencia. En casa lo esperan sus amigos y
vecinos revuele la rabia que siente y el espectáculo de sus hijos
con hambre piensa en ir a robar al tendero.
de
la aldea.
-
Los vecinos que se había reunido en casa de Blas vuelven juntos y
comentan lo insoportable que está resultando la crisis, la actitud
miserable de los patrones, la necesidad de que la tierra sea de
todos y las noticias que les llegan de que se están produciendo
levantamientos en muchos lugares de España que reprime la Guardia
Civil.
- Pues por esos pueblos se está moviendo mucho la gente. ¿No habéis oído que dicen los periódicos que se han levantado los hombres del campo y se han apoderado de muchos pueblos?
- Si, Pero enseguida llega la Guardia Civil y los barre a tiros. Y las casas las vuela a cañonazos.
- Algún día no habrá guardias civiles bastantes para pegar tiros en todos los pueblos.
Mientras hablan se encuentran con
Romualdo un jornalero que vive cerca de los pantanos y que lleva
envuelta en una manta el cadáver de su mujer para enterrarla a
escondidas porque no tiene dinero ni para un ataúd. La situación
hace crecer su indignación.
-Pasa
el verano y las cosechas es muy escasa y encima los amos han rebajado
los jornales y han preferido echar a perder las cosechas antes que
subirlos. Hay hambre y ánimos de hacer algo para acabar con la
situación pero no saben qué hacer. No ven claro levantarse:
“Por los periódicos, se enteraban que en algunos pueblos de España
se levantaban masas de campesinos y se apoderaban de ellos. Pero que
luego era barridos por la Guardia civil, a fuerza de huracanes de
balas de mauser.
¿Veis?-interrogaba alguno
después de leer estas noticias-. No nos podemos estremecer. ¡Nos
harían tierra, como a esos!
-Los
jornaleros empiezan a mantener relaciones con los obreros de los
pueblos y de la ciudad que comienzan a organizarse y a crear
conflictos y oyen sus proclamas: “Y cuando pedimos pan nos
contestan con las bocas de los fusiles ¡Hasta que el mundo no sea de
los que pasan hambre! ¡No hay más que luchar por un Gobierno obrero
y campesino, como en Rusia!”
-El
día de San Miguel la mayoría de los pequeños arrendatarios van a
la ciudad y se ponen de acuerdo para decir a los amos que no van a
poder pagar las rentas anuales. Un grupo de ellos, donde va el tío
Gas, discute y se enfrenta con uno de los pocos arrendatarios a los
las cosas les han ido menos mal, está dispuesto a pagar las rentas,
los acusa de poco trabajadores, de pensar que las cosas se pueden
cambiar y de soñar con un gobierno como en Rusia donde todavía es
peor porque ahora mandan unas partidas de bandoleros: “ ¿Buena
cosa íbamos a tener en España si vinera aquello! Pero aquello no
vendrá porque hay buenos hombres y muy honrados que se encargaran
de que no venga ¡Pero si allí apenas que nacen los hijos los tiran
a la inclusa! Todos los hombres se acuestan con todas las mujeres
¡Hasta con las doncellas! Discuten con él pero finalmente pasan
a la acción quitándole el dinero que lleva para pagar las rentas y
lo amenazan en caso de que los denuncie.
-
En casa de uno de los terratenientes más poderosos y cuando este
tarda en recibirlos estallan las protestas, el propietario llama a la
Guardia Civil y se produce un primer enfrentamiento violento. Por
unos momentos los obreros y campesinos dudan sobre qué actitud
tomar. Un comunista toma la palabra y llama a la acción
revolucionario mientras otros obreros rechazan las proclamas pero son
acallados:
-¡Si queremos nosotros, el
pueblo es nuestro y los trabajadores de Garzas le habremos dado un
gran impulso a la Revolución social España! ¿Estáis dispuestos a
que sea nuestro el pueblo?
-¡Siiii!
-¡No dejarse vencer por
nadie! ¡Coged las armas de donde estén y al Ayuntamiento a tomarlo
y a constituir nuestro Consejo de obreros y campesinos! ¡El pueblo
será nuestro!
En
el ayuntamiento el tío Yesca cuelga del balcón una bandera roja. En
ese momento ve llegar una fuerte tropa de guardias civiles y da el
aviso: - Diles a esos, que están en la sala, que acaban de llegar
los padres de la república, para barrernos!
1
José Calvo González. Medio rural y Justicia (Literatura
social-reformista en España, 1914-1925). Direito Natural,
Justiça e Política (IIº Coloquio del Instituto Jurídico
Interdisciplinar. Faculdade de Direito da Universidade do Porto),
Coimbra Editora, Coimbra, 2005, vol. I, pp. 37-86). jcalvo@uma.es
2
Domingo Ródenas, citando La marcha al pueblo en las letras
españolas, 1917-1936, Madrid, Ediciones de la Torre, 1980 de
Victor Fuentes señala como en la narrativa política de avanzada
“podrían espigarse otras concomitancias técnicas y estilísticas
con la narrativa de la subversión estética. Sin ir muy lejos, el
recurso a la greguería para esmaltar el texto.” Domingo
Ródenas Moya. Entre el hombre y la muchedumbre: la narrativa de los
años treinta, Cuadernos Hispanoaméricanos nº 647. Mayo 2004.
3
Dicha definición se presenta como simple a priori metodológico sin
ánimo exhaustivo o de obligado asentimiento.
4
En nuestra opinión, y no solo por las concomitancias presentes en
el arranque de la acción, cabe pensar que en la novela se ofrece
una posible contralectura irónica de El sombrero de tres picos
de José Antonio de Alarcón como novela prototípica de la mirada
costumbrista y folklórica de la burguesía del XIX sobre el espacio
rural.
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