miércoles, 16 de septiembre de 2015

El capitalismo honrado


Lo insoportable.
Constantino Bértolo


Miénteme dime que me quieres. Johnny Guitar.

Creo que todos estamos de acuerdo en que las próximas elecciones generales van a suponer un acontecimiento de especial alcance y relevancia, un punto de inflexión, ese momento en el que un antes y un después se enfrentan, se separan y establecen nuevas relaciones. En ellas culmina el ciclo político abierto por la crisis del 2008 que encontró expresión civil en el 15M y cuajo político en el surgimiento de Podemos, Ahoras, Comunes y Mareas y de sus resultados va a depender una nueva correlación de fuerzas entre el reformismo neocapitalista, el cínico reformismo de las socialdemocracias y los posibilismos rupturistas en clave más o menos postcapitalista. Un nuevo ordenamiento de la realidad social. Podrá decirse que siempre es así, que las elecciones generales en los sistemas de la democracia parlamentaria cumplen con ese papel de hacernos creer que las urnas son un arma cargada de futuro, pero si ahora decimos que su alcance y la relevancia son de muy distinto rango es porque la crisis y sus efectos han puesto en cuestión la credibilidad del tablero y de las reglas de juego. Aunque evidentemente no pensemos que unas elecciones pueden cambiar el mundo.

La insoportable levedad de ser. Milan Kundera.

Seríamos ingenuos si olvidáramos que en las democracias parlamentarias la baraja está trucada y que el capital siempre se guardo los ases en su manga, pero seríamos torpes si no viéramos que las circunstancias del momento, las condiciones objetivas, han introducido en el terreno de las subjetividades colectivas unos niveles de incertidumbre y descontento que permiten sospechar que , valga la redundancia, algunas posibilidades son ahora más posibles que lo eran antes por mucho que las expectativas no sean para echar cohetes revolucionarios. Oficialmente no han empezado las campañas electorales ni se conocen programas y promesas pero a la vista de tanta declaración de intenciones bien podríamos afirmar que lo que mayoritariamente se nos va a proponer como solución ante la suciedad, crisis y desacomodos del presente puede resumirse en un concepto bueno, bonito, paradójico y barato: el capitalismo honrado, un capitalismo sin insoportables recortes, sin tanta insoportable corrupción, sin insoportables desigualdades y sin insoportables niveles vergonzosos de paro. Un capitalismo honrado, un capitalismo soportable.

Millones de desvalidos que han aceptado ser empresarios de su propia precariedad como una aventura de vida excitante. Emilio Santiago

Esta soportabilidad parece que va a ser el disco blando de la oferta electoral que se nos viene encima. El capitalismo honrado como el nuevo gran relato donde todos seremos felices y comeremos perdices. Si la Santa Transición nos prometió a los españoles que al fin íbamos a ser europeos, ahora todos, casi todos, nos prometen que vamos a ser suecos, noruegos, finlandeses, nórdicos. Digo casi todos porque al menos nosotros, los comunistas y las comunistas, seguimos insistiendo en que eso de la existencia de un capitalismo honrado no solo es un imposible sino un engaño y una trampa, la madre de todos las trampas, la madre de todos los psoes que en el mundo serán y han sido. En eso, también y por desgracia, los comunistas seguimos teniendo razón.

La razón tiene corazones que el corazón con comprende. M. López Navia.

Digo por desgracia porque tener razón no siempre es lo mejor ni lo más razonable que le puede pasar a uno. A veces tener razón te puede acabar convirtiendo en un pesado, en un aguafiestas, en alguien incomodo, en una Casandra poco soportable. Ya el camarada Lenin, y sálveme de Lenin de tener que acudir a las citas de autoridad como argumento, decía aquello de que lo importante no es tanto tener razón como tenerla en el momento oportuno, así que, por ejemplo, por mucho que nos parezca que pueda ser una incoherencia sumar nuestras fuerzas a la ola post-neoliberal que pretende que los males de nuestra sociedad son la corrupción moral y económica de la clase política post-transicional, parece oportuno meditar que si queremos desplegar las velas oportunas para romper amarras y vislumbrar otra forma de vida, más que de tener razón se trata de armar el barco, conformar una tripulación, ofrecer brújula y negociar el rumbo porque ya durante la singladura habrá tiempo y ocasión de mostrar y demostrar lo que de ilusión imposible tiene ese capitalismo honrado.

Pasa la vida/Y no has notado que has vivido cuando/ pasa la vida. Kiko Veneno


Porque no se trata ahora de entrar en esa discusión sobre la supervivencia, muerte o transfiguración del llamado sujeto revolucionario que viene ocupando, entreteniendo y desquiciando gran parte de las reflexiones de la izquierda teórica. No es este el momento de identidades. No, no se trata de ironizar sobre ese capitalismo honrado con el que al parecer sueña y se ilusiona una ciudadanía harta de corrupción y latrocinio. No se trata de dilucidar ahora si somos proles o ciudadanos. Se trata de golpear sobre el hierro caliente y ahondar sobre esas razones y sentimientos que la suma de muchos desencuentros sociales, desde Coca-cola en la calle hasta Movistar en huelga, están poniendo de relieve: que esto es insoportable. Que un banquero gane lo que gana es insoportable, que el salario mínimo es insoportable, que para operarse de cáncer de pecho haya que esperar tantos meses es insoportable, que te desahucien es insoportable, que una casa suponga el 50% del sueldo durante 15 años es insoportable, que la ley mordaza es insoportable, que alguien te dé o quite un puesto de trabajo si le da la gana es insoportable, que vivir toda la vida bajo la espada económica es insoportable, que vayamos a morirnos sin haber empezado a vivir es insoportable, que vivir soportando todo esto es insoportable. Esa debería ser la clave de nuestro programa ya vayamos solos, juntos, revueltos , separados o unidos. Hagamos de las urnas ocasión de agitación, pedagogía y combate.
Publicado en Mundo Obrero Setiembre 2015

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