miércoles, 29 de noviembre de 2017

Contratapa, que algo queda



Contratapa, que algo queda.

La contra de cubierta es un género editorial que se mueve entre el epitafio, el certificado de bautismo y la carta de recomendación. Tiene de epitafio el hecho de que alguien ajeno escribe sobre la última página de un libro el resumen de su vida. A veces, eso sí, si el editor es hospitalario, deja que el autor o la autora intervengan y dicten el contenido de esa postrimería, oración fúnebre, necrológica o punto y final. Como certificado de bautismo la contra recoge los datos imprescindibles para que el libro circule por la vida civil: nombre y apellidos, filiación, fecha y lugar de nacimiento, raza, religión e ideología, género y diferencia específica, vocación y target. Como carta de recomendación ofrece encomios y alabanzas que puedan resultar atractivas para ese público al que tanto quiero y tanto amo: brillo y tersura de la piel, agilidad y ritmo, la textura de la voz seductora, ese ligero defecto tan resultante, su buena educación y empaque, la expectativa de éxito como certificado de nobleza.

La contra es el género propio de nuestro (aunque de nuestro tenga poco) tiempo: suma la ficción con el documento, el testimonio con el delirio, la mentira con el deseo, la crítica con el halago, el mañana con el retorno, el canto con el silencio, la publicidad con la autoayuda, el imperativo con la ausencia, los adjetivos con el capital simbólico, la biografía con la cuenta corriente, la identidad con el autobombo, el blog con la unidad de destino en lo universal, la literatura con la casa de citas, el éxito con la existencia, la lista de libros más vendidos con el club de los editores muertos.

Si Kant dijo aquello de que mentir solo está permitido cuando un autor te pregunta por el juicio que te ha merecido su libro, la contra es ese vicio impune donde los editores dejan de ser críticos frustrados y ponen gesto de escritores sin vergüenza ni reparos. La contra es el género patético por antonomasia porque deja patente las carencias, el estilo y el deseo hacia el best-seller de tu prójimo. La contra es un mensaje de miedo escrito con sangre venal, encerrado en una botella opaca y arrojada al mar mercantil.

Porque los enemigos del editor son tres: el éxito, el fracaso y la cuenta de resultados. Y siete sus pecados capitales: las erratas, las sangrías, la contratapa, las devoluciones, el presupuesto, la vanidad y las comidas de trabajo.

Martín López Navia: El editor editado. Edit. Penalufre. Lugo 2012.

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