sábado, 10 de noviembre de 2018

Sobre la Revolución Soviética



La Revolución soviética de 1917

La revolución soviética de 1917 forma parte de nuestro pasado, es decir de nuestro presente, es decir de nuestro mañana. De nuestro horizonte, de nuestra memoria. Forma parte del nosotros y el nosotros, por una de esas paradojas misteriosas que la dialéctica produce, somos parte de ella.
A lo largo del centenario, como no podía ser menos, se han realizados muchas y muy diferentes conmemoraciones. Desde la derecha, desde el centro, el centro izquierda e incluso desde algunos espacios que se reclaman de izquierda, la gran mayoría de los textos y páginas que se escribieron tuvieron un melifluo aire de necrológica. El recuerdo fariseo de algo que, encantados, daban y dan por muerto. Era lo esperable.
La fuerzas culturales del capitalismo lo han celebrado a su modo, es decir, tergiversando todo lo que pudieron. Como bien sabemos, una de sus estrategias más frecuente consiste en cambiar las cosas de nombre o sitio con el afán de neutralizar el valor subversivo de su sentido primigenio. La cultura capitalista que es la cultura dominante ha recordado a su modo el Centenario de la Revolución Soviética y ha pretendido convertir aquella revolución, es decir aquel acontecer que no ha terminado en un mero acontecimiento cerrado y finalizado, en un espectáculo, en una página de algo que fue, en un pasado sobre el que colocar una lápida y un punto y final.
Frente
a este intento de reconvertir un acontecer que permanece en un mero
acontecimiento del pasado, cabe interpretar la vuelta al leninismo
del Partido Comunista de España del partido de las y los comunistas
como el gesto con mayor significación y relevancia que se ha
producido es en el entorno temporal del centenario. Sin duda una
decisión política de hondo calado  que ha sido la mejor
conmemoración posible de aquella revolución qué sigue siendo
revolucionaria.  La revolución soviética como un elemento
constituyente fundamental de la organización comunista, para una
organización política que tiene vocación de futuro y mira hacia
adelante sin olvidar las lecciones del pasado.
La
creación dentro del PCE de la Comisión Espacio 2017 ha contribuido
durante ese tiempo de “memoria en común”, a recuperar el
carácter colectivo de aquel acontecer, de aquel rayo que no cesa.
Los medios de comunicación y desinformación del capital han
insistido en presentar la revolucion sovietica de 1917 como un simple
golpe de Estado llevado a cabo por los bolcheviques siendo la propias
organizaciones comunistas las que, aun partiendo de unos medios
limitados, a traves de su actividad de agitación y
propaganda:lecturas, mesas redondas, seminarios, encuentro, debates 
han tratado de desmontar estos intentos de tergiversar la historia
poniendo de relieve el papel de vanguardia de la clase obrera que el
partido bolchevique supo llevar a cabo orientando y dirigiendo el
impulso y empuje de unas “masas en estado de revolución” no solo
hacia la toma del poder sino hacia la construcción de un horizonte
de vida fuera de la lógica y la imaginación del capitalismo. Ese
nuevo imaginario que la revolución supone, ese nuevo sentido de la
vida, esa esperanza argumentada, que es hoy  la más urgente herencia
que las organizaciones de trabajadoras y trabajadores deben
recuperar. Porque la revolución de Octubre de 1917 es hoy parte del
mañana, del horizonte de quienes se reclaman como revolucionarios.


El partido bolchevique fue capaz de detectar “el estado de revolución” donde otros solo veían descontento, indignación y reformismo.
Como una de esas iniciativas que la Comisión Espacio 2017 desarroll ó tuvo lugar la representación por parte de Grupo de Teatro Alcores de la obra Solo la revolución es revolucionaria escrita por el Colectivo Todoazen, donde a partir de la documentación sobre las actas del partido bolchevique se reconstruían las discusiones que dentro del Comité Central tuvieron lugar en los días inmediados a aquel 7 de Noviembre que ahora se rememora. Básicamente los argumentos de unos y otros dentro de aquel Comité en el que estaban Lenin, Troski, Alejandra Kollontai, Kamenev, Zinoviev y Stalin, entre otros, se centraban en analizar la conveniencia o no de lanzarse hacia la toma del poder. Sobre si era o no era aquel el momento adecuadoy no faltaban argumentos en una u otra dirección. Cuestiones como la necesidad de contar con el estallido revolucionario en los paises en guerra, el peligro de un posible Socialismo en un solo país, la conveniencia de establecer alianzas con los socialismos reformistas o la dificultad de medir las condiciones objetivas y subjetivas, dieron lugar a muy duros enfrentamientos que se alargaron durante varías reuniones. Es entonces cuando, desde mi punto de vista, tuvo lugar el hecho que más puede servirnos de lección , a las y los comunistas, a la hora de plantear nuestras estrategias. La representación, que resume en un solo encuentro todos aquellos encuentros, tiene su momento de climax dialéctico no cuando se pone en escena la toma por mayoría de la decisión final que dará lugar a la insurrección sino en ese momento anterior en que el partido bolchevique decide que peor que equivocarse es el miedo a equivocarse pues ese miedo es el que paraliza y destruye toda su razón de ser. Porque solo cuando uno se atreve a equivocarse está preparado para acertar y solo porque aquella revolución rompe con un imposible el partido bolchevique la convirtió en posible. Solo la revolución es revolucionaria. Quizá sea esa la lección a tener en cuenta en nuestro aquí y en nuestro ahora. Eso nos enseñó aquella revolución. El rayo que no cesa.

Comisión Espacio 2017. 7 de Noviembre de 2018.

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