Juan
Benet. Cuentos completos.
Juan
Benet parece estar a punto de convertirse en un "clásico",
es decir, unos lo alaban, otros lo denigran y nadie lo lee. Alguno de
nuestros más jóvenes y "famosillos" narradores ha dicho
que no se puede soportar, salvo masoquismo literario, la lectura de
una sola página de Benet. Otro escritor, con vocación de
referenciador, eleva a los altares de la prosa inmortal las primeras
líneas de Volverás a Región. Dios salve a Juan Benet.
En
estos tiempos narrativos en los que predominan las novelas de
misterio, trauma psicológico, crimen, braga y suspense, y triunfa el
costumbrismo existencialero de la juventud airada pero
autosatisfecha, la obra de Benet corre sin duda el alto riesgo de ser
llevada al higiénico espacio de lo sacro. Quizás por ello haya que
agradecer esta edición de sus Cuentos completos cuya lectura
acaso permita a sus lectores descubrir que Benet es un autor que no
escribe "de espaldas al lector". Ocurre simplemente que
Benet es -y quedan pocos- un escritor que respeta, y por tanto exige
de los lectores, el uso de las facultades humanas que la lectura
requiere: memoria, paciencia, inteligencia y juicio, y desprecia (y
seguramente ahí resida "su oscuridad") el sentimiento como
motor hegemónico de la lectura.
Si
en sus obras narrativas mayores Benet parece haber elegido la
distancia (o quizá la soberbia) como punto de vista, en los cuentos
- tomemos el titulado Syllabus como ejemplo- la ironía se muestra
como óptica predilecta. Una ironía que, curiosamente, se presenta
como arma de los fuertes frente a los débiles, trastocando así su
función tradicional (arma de los débiles frente a los fuertes) y
convirtiéndose en esa especie de cinismo aristocrático que
caracteriza (y limita) a gran parte de la mejor literatura de este
siglo que está finalizando. Los lectores que se sientan parte de los
fuertes encontrarán en estos cuentos motivos para seguir
autosatisfechos. Los que se sientan parte de los débiles pueden
aprender a descubrir (y acaso combatir) la inteligencia del enemigo.
Los lectores que sufran la contradicción de moverse en la dialéctica
fuerte/débil (supongo que somos la mayoría de este país en
permanente estado electoral) asistirán al despliegue narrativo de
una literatura construida sobre una concepción del talento más
cercana al rigor que al ingenio.
Publicado
en Ajoblanco a finales del siglo pasado
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