SESENTA AÑOS QUE NO ES NADA
Daniel
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Diario PERFIL Setiembre 2019
Vinimos
a La Habana para celebrar los sesenta años de la Revolución, mi
vida entera. La efemérides coincide con los 500 años de La Habana,
una de las ciudades más viejas y más hermosas de América.
La
inmersión en el modo de vida de la isla fue equivalente al pasaje a
un universo alternativo. Cuba tiene una historia tan específica que
a partir de cierto momento (que tanto puede ser 1898 como 1959), se
crearon líneas temporales divergentes. El Período Especial, con el
colapso de los países comunistas europeos y el recrudecimiento del
bloqueo económico norteamericano contribuyeron a formar este mundo
paralelo tal cual es: cada cubano adulto perdió de entre un 5% a un
25% de su peso corporal durante el período 1990-1995. En 1995 se
promulgó la Ley de Inversión Extranjera y el gobierno tuvo que
abandonar su antipatía hacia el turismo y los vicios que conlleva.
La
economía es rarísima, y muy difícil de explicar sin dos nociones
básicas: aislamiento y escasez, que son el horizonte de todos los
intercambios, desde el bimonetarismo hasta las cartillas de
racionamiento. La gente es pobre, pero además, no hay qué comprar.
El
cumplimiento del fin de la historia (la Revolución) vuelven al
Tiempo una noción completamente ajena a nuestros hábitos
perceptivos. Como la historia ya ha concluido, las personas se
dedican a mirar pasar el Flujo del Tiempo, que atraviesa todas las
capas de esplendor de la ciudad (la Colonial, la burguesa, la
revolucionaria, que casi destruye las dos anteriores) como si fuera
una masa casi tangible.
El
lugar de encuentro es el Malecón, donde todos los atardeceres los
jóvenes y los más viejos se sientan de espaldas al mar, con sus
caras iluminadas por la luz de sus celulares, a (ver) pasar el
Tiempo.
Pese
a todos los desatinos de la Revolución (que el VI Congreso del
Partido Comunista de 2011 intenta resolver) Cuba sigue siendo una
realidad necesaria: el lugar de todos los sueños y pesadillas.
Los
americanos no pueden entender que haya un país que elija sobrevivir
sin ellos.
El turismo europeo recupera un sentido del coger perdido
en sus monótonas sociedades y si el régimen de Caracas no tuviera
otro sentido que garantizar la provisión de petróleo para la isla,
con eso alcanzaría para justificarlo.
Acerqué
mis libros a Casa de las Américas, que también celebra sus sesenta
años, como un presente a una sociedad cuya sola existencia garantiza
la supervivencia de la imaginación.
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