domingo, 26 de abril de 2020

LA VERGÜENZA DE CLASE



Las clases
                       Selva Almada


Con unas amigas leímos una novela de Annie Ernaux, El lugar, y nos juntamos a comentarla por videollamada. A todas nos gustó el libro. Yo oscilé toda la lectura entre el encanto y el fastidio, la incomodidad permanente de eso que los lectores llaman “sentirse identificado”. Cuántas veces, en mi adolescencia sobre todo, sentí vergüenza de mi casa sin terminar, de mi ropa comprada en la tienda de usados de una amiga de mi madre –entonces no era cool vestirse con ropa usada, era de pobres nomás–, de mi abuela con la patilla de los lentes remendada con cinta adhesiva. Y luego cuántas veces más me sentí avergonzada de mí misma, de mi origen, con compañeros de facultad o con compañeros de talleres, hijos de la progresía argentina. Ay, la clase. Las clases. Hasta el día de hoy pienso que todo solamente se trata de las clases sociales. Pienso en todos los años y en todo el trabajo que me llevó aprender a hablar bien y a escribir bien para después poder “hacerlo mal”, una búsqueda estética, justicia poética me gusta decirle.

(Fuente www.perfil.com).

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